Día 3. ¿Cómo escapar de la meta?
Ya hemos dejado la provincia de La Vendée, que se ha gastado una pasta para que el Tour 2011 saliese de esa zona. Han sido casi cinco días, porque la mayor parte de la caravana, incluidos los enviados especiales desde España, habíamos llegado el miércoles. Y han sido todos buenos. Es una zona turística, de costa, al oeste de Francia, donde explotan muy bien sus costumbres, su comida típica (todo tipo de pescados y mariscos, especialmente los mejillones y las ostras) y sus paisajes. Y lo mejor de todo es que hemos estado en el mismo hotel durante todas estas noches, con lo que no hay que hacer la maleta cada mañana.
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Pero eso se acabó. La próxima semana sumaremos muchos kilómetros a los coches y dormiremos cada día en un sitio diferente. Hoy, en Le Bono, que también es un pueblo costero, pero ya en la Bretaña francesa, a medio camino entre Lorient (comienzo de etapa del martes) y Redon (final de hoy). Se parece mucho a Asturias: todo muy verde, con mar y con unas costumbres celtas muy relacionadas con la música. Pero, para llegar aquí, hemos tenido que escapar de la zona de meta.
Esa es la pequeña aventura de cada día, que casi tenemos ya automatizada. Cuando acaba la etapa, después de las entrevistas con el inalámbrico en la zona de meta, y de buscar a algún protagonista más en los autobuses de los equipos, tenemos una tiradita a pie hasta el coche (donde la organización haya tenido a bien situar el parking de prensa), chuparnos la gran cola para salir del descampado de turno, buscar el pueblo donde dormiremos esta noche, encontrar la salida buena, coger la autopista o la carretera correcta y, una vez en la localidad de destino, encontrar el hotel. Porque aquí se cumple la famosa ley de Murphy y la calle del nuestro nunca está en el GPS.
Se trata de aprovechar el tiempo al máximo. Al final, si te entretienes en tonterías, ni cenas, ni descansas, ni mandas el texto a la web, ni nada de nada... En cuanto se corta la retransmisión que hacemos en directo Cabrera comienza a desmontar los equipos de sonido; cuando Anselmo acaba con los comentarios busca la mejor salida del pueblo; Íñigo empieza a pensar en cómo repartir las intervenciones del Hora 25 deportes y Lekuona y yo ponemos en común todo el material que tenemos para la tarde, los matinales...
En las etapas que terminan en llano los problemas suelen ser menos. Más o menos hay sitio para todos los camiones del Tour (que son más de 400), salidas hacia todas las direcciones y posibilidad de tener relativamente cerca tu coche. Seguro que habrá mil anécdotas que contar cuando llegue la montaña, no nos dejen subir los coches al Galibier de turno y a la prensa nos suban en autobús y nos bajen con el ¡sálvense quién pueda!
No sé cómo será en Francia, pero en el Giro fue desastre. Recuerdo una etapa con final en alto, en la que acabó lloviendo. Desde la meta hasta nuestros coches había cinco kilómetros cuesta abajo con todo el material a cuestas, los minibuses que nos habían subido desaparecieron de repente... Y optamos entre bajar a pie (no muy recomendable por el mal tiempo) o acoplarnos a la parte de atrás una furgoneta de carga, que iba sin carga, como si fuera una película. Completamente a oscuras, con un grupo de turistas italianos a nuestro lado, todos de pie de lado a lado y sin saber muy bien si nos estaban haciendo un favor o intentarían robarnos al final del trayecto.
Pero todavía quedan unos días para la montaña y mañana y ya estaremos en plena Bretaña. A ver qué pasa.