Deportes

Uruguay elimina a Argentina en los penaltis

Tras acabar la prórroga con empate a un gol, el único fallo de Carlos Tévez desde los 11 metros coloca a Forlán y a Luis Suárez en las semifinales de la Copa América

El jugador de la selección argentina Carlos Tévez se lamenta, después de que el arquero de Uruguay le atajara el penalti durante tanda en la que Argetina quedó eliminada de la Copa América 2011(EFE)

Santa Fe (Argentina)

El desafío del gran clásico del Río de la Plata que disputaron Argentina y Uruguay en los cuartos de final de la Copa América se lo llevó Uruguay tras resolver y ganar en la tanda de penaltis. Fernando Muslera fue decisivo al detener un penalti a Tévez.

Fue un choque trepidante, en el que el equipo celeste sobrevivió casi una hora con un hombre menos y dejó fuera del torneo a Argentina, mejor sobre el terreno de juego. La albiceleste tuvo las mejores ocasiones, pero se estrelló ante Fernando Musleta, el guardameta uruguayo que detuvo el penalti a Tévez, sacó un par de manos prodigiosas en la prórroga y dirigió a su equipo hacia la siguiente ronda de la competición.

Más información

El encuentro siempre cumplió con las expectativas. Desde el primer segundo, cuando el respeto aún presidía en cada intento ofensivo, cuando ambos equipos sólo amagaban, más pendientes de asentarse sobre el césped que de atacar al oponente, hasta el último lanzamiento de penalti de Martín Cáceres, el del triunfo uruguayo.

El partido ya arrancó con ventaja de Uruguay. En el minuto 5, Diego Forlán, que intercambió los papeles de goleador y asistente a balón parado con tanta naturalidad como efectividad, ejecutó una falta lejana, un centro al corazón del área, al que dio continuación Diego Lugano y que empujó Diego Pérez para anotar el 0-1. El gol despertó a Argentina que, herida en su primera ocasión en contra, atrincheró a Uruguay a la espera de que en la albiceleste apareciese la velocidad de Kun Agüero, las arrancadas de Ángel Di María, los remates de Gonzalo Higuaín...

Y, sobre todo, Lionel Messi. El atacante del Barcelona ofreció una demostración de su condición de mejor jugador mundial cuando el marcador estaba en contra. Regaló en el minuto 17 un pase maravilloso a la cabeza de Higuaín para igualar a uno y cuando ya estuvo equilibrado el choque, cogió la batuta para dirigir el juego ofensivo. No fue suficiente para marcharse con ventaja al descanso, pero sí para sentirse el dueño de un partido que se movía entre el control argentino y el despliegue defensivo de Uruguay. Con dos goles anulados, uno a cada combinado, con el peligro celeste a balón parado y la expulsión de Diego Pérez por doble amarilla.

Un panorama prometedor para Argentina que, con una misión difícil por delante y cincuenta minutos de margen, tenía que romper la resistencia de Uruguay en una segunda parte repleta de incertidumbre, porque el equipo local que flojeaba en defensa, era demasiado intermitente en ataque y sólo encontraba la fórmula para inquietar a Muslera con disparos lejanos.

Uruguay se aferró al contragolpe, ya que Óscar Washington Tabárez, su técnico, no renunció al ataque pese a la inferioridad numérica. Mantuvo a Forlán y Luis Suárez en punta, a la caza de algún balón ante las dudas atrás de Gabi Milito y Nicolás Burdisso, e incluso, por momentos, protagonizó más oportunidades que su rival.

No obstante las ocasiones se sucedían. Higuaín perdonó a la media vuelta con un disparo al que respondió Muslera con una mano prodigiosa. Forlán se encontró con la salida de Sergio Romero. Y mientras Javier Mascherano se marchaba a la ducha expulsado por dos amarillas, el 'apache' Tévez acariciaba el 2-1 en una falta que no Higuaín no acertó a remachar en el posterior rechace. Después fue el turno de Forlán que rozó el 1-2 tras una jugada sensacional de Luis Suárez.

Pero el duelo se fue a la prórroga. Treinta minutos extras de tensión, de ocasiones y de tremendo esfuerzo, con un amenazante disparo de Álvaro Pereira, un tiro al poste de Higuaín y una magnífica jugada de Messi. Luego la decisiva tanda de penaltis, resuelta con la euforia uruguaya y una profunda decepción argentina.