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Crónica:CICLISMO | TOUR DE FRANCIA

Día 17. El despertador de Alberto

Hemos recibido muchas llamadas desde esta mañana. "¿Qué tal la jornada de descanso? Para relajarse un poco, ¿no?" Pues, precisamente, el segundo lunes sin etapa de este Tour nos hemos levantado antes que ningún otro día.

Poco después de las 7 de la mañana sonaba el despertador para comenzar un día distinto, sin salidas ni líneas de meta, pero sí con kilómetros en el coche y con micrófonos preparados. Alberto Contador nos había convocado a una rueda de prensa a las 10.30 y su hotel estaba un poco lejos de Montpellier, la ciudad donde dormimos ayer.

Llegamos allí con tiempo. De hecho, los corredores comenzaban a despertarse mientras buscábamos aparcamiento en los alrededores del castillo donde ha descansado el Saxo Bank. A través de los ventanales del patio interior donde después habló Alberto pude ver a Dani Navarro, Benjamín Noval, Jesús Hernández y al resto de compañeros escoger el desayuno en un amplio buffet, compartiendo mesa con los auxiliares y subir a las habitaciones esperando que el de Pinto acabara con los medios para rodar unos cuantos kilómetros en bicicleta y estirar las piernas.

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Contador tiene otra cara. No hay duda. Se encuentra mejor, recuperado físicamente de las caídas de la primera semana. Y está ante un reto enorme y complicado: recortar las diferencias con sus rivales, superar los problemas de los primeros días, mostrar el ciclismo que le gusta, el que conoce, el que ha mostrado siempre: ese de atacar cuando lo ve claro sin mirar atrás, el de dejar plantados a sus rivales. Para eso necesita piernas, que es lo que le faltó en los Pirineos. Pero los hermanos Schleck y el resto de rivales han centrado su año en el Tour, no han tenido caídas y, sin embargo, no están mejor que Contador. Y él sabe. Ha dicho que, si hubiera estado bien, habría atacado en Pirineos. Y dijo ayer que no se irá de Francia con la sensación de no haber intentado atacar. Es un súper-clase y espero que en el Galibier y Alpe-d'Huez nos deje a todos con la boca abierta. El despertador de Alberto también ha sonado, un poco más tarde de lo que a todos (a él incluido) nos hubiera gustado. Pero ha llegado su hora.

Con él hubo más de 150 periodistas en una improvisada sala de prensa al aire libre y tuvimos tiempo también de charlar con sus gregarios. Antes de la montaña os contaré lo que nos dijeron. Y, de ahí, otra vez en coche para llegar a la convocatoria de Euskaltel. Samuel Sánchez está haciendo un Tour impresionante y la carretera le está devolviendo el premio a tanto trabajo: ha ganado una etapa en una cima mítica, está bien colocado en la general y ahora mismo aspira a todo, menos a ganar en París. "Hay que ser realista", dijo. Samuel es un tipo de esos que merecen la pena. Da gusto hablar con él porque nunca pone problemas para nada. Da igual lo que le pidas, que haya atendido a un montón de compañeros, que esté cansado, que acabe de llegar a la meta...

Da igual, nunca tiene un mal gesto. Y todavía espero la sorpresa de Carlos Barredo, otro ciclista que merece recompensa al buen trabajo. Que ya rozó una victoria de etapa en otro Tour y que la conseguirá antes o después. Todo llegará Carlos.

Y por la tarde, después de compartir unos pinchos con la prensa española, por cortesía del Euskaltel, rumbo a nuestro hotel. Estaba cerquita, a unos pocos kilómetros. Cabrera ha reservado una mesa para cenar. No sé qué restaurante será o qué tiene pensado que comamos, pero me fío de él.

Esta tarde sí ha sido más tranquilo y me ha dado tiempo a bucear un poco más por internet, para leer un poco de todo y ponerme al día de lo que sucede en España. Por ejemplo, de que ha sido un fin de semana horrible por los muchos accidentes que hubo, con un montón de víctimas. Entre ellas un vecino de Llanes, el lugar más bonito del mundo que se ha quedado sin uno de los suyos. 'Tosín', le llamaban. Por la maldita carretera.

 
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