Compartiendo copa de vino con Iván Ferreiro
Madrid
Una copa de vino y un piano de cola. Nada más. Y nada menos. Con esos dos únicos compañeros de escenario Iván Ferreiro dio este miércoles un concierto muy distinto al que nos tiene habituados. “Voy a hacer lo que hago cuando me aburro en mi casa”, dijo, y se sentó frente al teclado.
No llega a 300 personas la capacidad del teatro Conde Duque de Madrid y, a pesar de estar lleno, parecía que estaba él solo, como en el salón de su casa, equivocándose de notas y con los folios cayéndose continuamente del piano. No, no fue un concierto musicalmente perfecto pero precisamente por eso fue especial. Iván Ferreiro improvisaba delante del piano lo que podía, o mejor dicho, lo que sabía. Pero ninguno de los que estábamos allí fuimos a ver un recital de aquel instrumento, íbamos a escucharle a él y, lo que está claro es que, la peculiar voz del expirata, empastaba perfectamente con el tempo lento que marcaba ese piano. “La siguiente la acabo de aprender a tocar”, dice, y empieza a sonar 'Años 80'. Entre canción y canción, sorbo a la copa de vino.
En escasa hora y media sonaron temas de sus cuatro álbumes de estudio en solitario y tampoco faltaron clásicos de Los Piratas como 'El equilibrio es imposible' o 'M', que hemos oído mil veces pero que, versionadas al piano, todos escuchábamos como si fuera la primera vez. Sin cantar. Casi sin respirar. Los aplausos no llegaban hasta unos segundos después cada tema, como si tuvieran miedo de romper ese clima creado entre Ferreiro y el piano.
Ese clima se podría asemejar al de alguien que, sintiéndose solo en casa, comienza a cantar y bailar como si nadie más pudiera escucharle. A eso debía referirse Iván Ferreiro cuando decía que haría lo que hace cuando de aburre en casa y con toda esa intensidad iba sonando cada tema cuando, de repente, empieza a cantar 'Turnedo'. Esta vez, ni el piano le acompaña y a cappella hace que se nos ponga el pelo de punta. Toca beber de la copa de vino de nuevo.
Sólo hay un momento en el que el público sale de ese encantamiento para cantar con él y ocurre precisamente con una canción que no es de Iván Ferreiro sino de El último de la fila: ‘Insurrección’, que enlazó con el fin de 'Promesas que no valen nada'. Hay que rellenar la copa de vino.
A lo largo del concierto suenan más canciones de otros artistas como la brasileña Adriana Calcanhotto o Damian Rice. Y es que, tras el primer bis, termina reconociendo: “No me sé más”. Pero el público quiere más y vuelve a salir con su copa de vino, sin más canciones preparadas, dispuesto a improvisar. Deja 'Mi coco' a la mitad porque no recuerda cómo tocarla (“Amaro, ¿qué arpegio iba aquí?”, grita a su hermano que, por primera vez, está entre el público y no con él encima del escenario, y finalmente se va. Se encienden las luces del teatro y te das cuenta de que tú no tienes copa de vino, pero sí muy buen sabor de boca.
Elisa Muñoz
Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...