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Crónica:CRÓNICA

Potaje, torrija y viacrucis

En pleno agosto, la segunda jornada del Papa en Madrid ha evocado la Semana Santa con casi tantas paradas en la agenda como estaciones tiene un viacrucis

La jornada ha hecho las delicias de los fotógrafos, que han podido captar desde la conversación del Papa con su interlocutor más joven hoy: Felipe Juan Froilán, el nieto de los Reyes, hasta el almuerzo que mantenía con una docena de jóvenes peregrinos, elegidos bajo rigurosos criterios de corrección política: seis chicos y seis chicas, dos por continente y otros dos españoles como país anfitrión. Lástima que la señal institucional cedida por la organización no recogiera la visión de los garbanzos y torrijas servidos al Papa, quizá en un intento sin complejos de que Benedicto XVI repusiera fuerzas para afrontar la apretada agenda diseñada para su visita a Madrid.

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El caso es que la comida debió surtir su efecto reconstituyente porque eso fue lo que le dijo el presidente Zapatero a Benedicto XVI al visitarle en la Nunciatura: que le veía con buen aspecto pese al calor reinante en Madrid. Buen aspecto también es lo que insisten en asegurar tanto Moncloa como el Vaticano que tienen las actuales relaciones bilaterales entre ambos estados. Según fuentes del Gobierno, el Papa y Zapatero hablaron de la crisis económica, la hambruna en el cuerno de África, la situación en el mundo árabe en el mundo árabe, o el reciente atentado en Noruega. Cuestiones más espinosas como el futuro del Valle de los Caídos, quedan para las conversaciones entre los segundos espadas, en este caso el cardenal Bertone, secretario de Estado del Vaticano y el ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui. Dice el Gobierno español que ha visto receptivo al Vaticano ante el proyecto para transformar el recinto en un "espacio de reconciliación". Pero quizá a quien se tenga que convencer antes es al Arzobispo de Madrid, Rouco Varela, que vetó en su momento la presencia de representantes de la Iglesia en la comisión de expertos constituida para hacer una propuesta de actuación en ese recinto, sin descartar el estudio de un posible traslado de los restos de Franco. A tres meses de las elecciones generales, y pendientes de un posible cambio en el interlocutor político en Moncloa, no parece en cualquier caso que ni la Iglesia española ni el propio Vaticano tengan interés alguno en abrir ahora esa caja de Pandora.

Encuentro con los profesores

Por cierto que en el Monasterio de El Escorial ha sido donde el Papa ha dejado sus mensajes de más calado en este segundo día de visita. Ante 1.600 entusiastas monjas que le han aplaudido, jaleado y hecho la ola como si fuera una estrella de rock, Benedicto XVI ha reclamado "radicalidad cristiana" para combatir el relativismo y la mediocridad de un mundo en el que se pretende "eclipsar a Dios".

Los hábitos eran reemplazados poco después por los birretes de un millar de profesores universitarios católicos a los que el Papa ha advertido sobre el riesgo de una educación sin valores y de una ciencia sin límites éticos. Benedicto XVI también ha señalado que sin referencias trascendentes, crece también el riesgo del totalitarismo político.

De vuelta a la capital un viacrucis que ha sacado de sus templos a algunas de las joyas artísticas más importantes de la imaginería religiosa española, ponía punto final a este Viernes Santo en plena canícula.

 
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