¿Instinto asesino?
Vaya por delante que, después de haber tenido la suerte de viajar bastante en esta vida (aunque aún, no suficiente...), creo de corazón, que vivimos en un gran país, que reúne una serie de cualidades, que superan ampliamente, nuestros puntos débiles. Desde la vertiente geográfica (con islas, playas, montañas, ríos, parques naturales...), pasando por una diversidad cultural (en pintura, escritores, directores de cine, distintos idiomas y tradiciones...), pasando por grandes cocineros y acabando, por ejemplo, con una climatología, al gusto de todos, que permite saborear el sol y la lluvia, en parajes espectaculares, y donde se aprovechan más las veinticuatro horas y sus calles, que en cualquier otro país del continente.
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También, hemos dado un salto en calidad de vida, que nos ha hecho poner al frente en muchas cosas cotidianas en Europa (hoteles, restaurantes, carreteras, medios de comunicación...), de las que hace unos años, casi nos avergonzábamos y ahora, aunque no lo valoremos en exceso, podemos sentirnos unos privilegiados. Y muchos otros aspectos positivos son, de los que podríamos hablar, pero no es el lugar.
No vamos a enumerar las cosas que aún demuestran que somos un país en fase de crecimiento, tras cuarenta años de dictadura, pero que ha avanzado exponencialmente, con los riesgos que ello comporta de falta de consolidación y asimilación en algunas áreas de nuestra sociedad civil que nos delatan, y que demuestran que aún hemos de evolucionar, pero de las que estoy seguro que, con paciencia y sobretodo, con tolerancia, acabaran cuajando y haciéndonos mejores.
Pero amigos, hay varios rasgos que nos delatan. Algunos de ellos, en materia deportiva, los compartimos con el área mediterránea. La calma y la fe (exceptuando casos puntuales) para la obtención de resultados progresivos que vertebren durante unos años la vida de un club, aquí no existe, y si no ganaste ayer o enlazas tres derrotas consecutivas...Crisis!, más cambio de entrenador (aquí quisiera ver al escocés Ferguson -más de veinte años en el banquillo del Manchester United). También en las formas (radicales aparte), mientras en Estados Unidos y muchos países nórdicos, ante un error arbitral o una jugada desafortunada del rival, la gente abuchea (buuuh!!!), fuerte, pero abuchea, aquí, lo más habitual, es acordarnos inmediatamente de todo el árbol genealógico del colegiado (especialmente, de quien le dio a luz, asociándola a la profesión más antigua del mundo...).
Por encima de estas cosas, algo muy frecuente desde los Pirineos hasta Gibraltar es dejar las cosas para el final. Siempre creemos tener tiempo de hacer o acabar, aquello que nos traigamos entre manos. En nuestra época académica, solíamos estudiar a fondo (hacer "codos") cuando se acercaban los exámenes finales. Cuando hemos de hacer algún trámite burocrático incómodo, siempre apuramos a los últimos días para presentar la Declaración de Renta. Incluso para visitar al médico, solemos auto recetarnos, hasta ver que aquel granito, es ya una verruga.
Bien, pues de la misma forma, es curioso observar también, que mucha gente reacciona cuando se siente auténticamente bajo presión, cuando tiene casi la soga en el cuello y la falta de previsión o de rotundidad para finiquitar una "faena" con tiempo suficiente, hace que salga lo mejor de ella, de él, de la empresa, del gobierno o... del equipo. España tiene el mejor equipo probablemente de su historia, se sabe ganadora y está convencida de tener lo necesario para ganar el Campeonato de Europa, pero no tiene el instinto "asesino" (que por ejemplo tenía la escindida Yugoslavia), para cerrar los partidos y dejar de hacer equilibrios en el alambre. En ese devenir, además, la ansiedad y la tensión, juegan en su contra, provocando la posibilidad, de que un par de errores encadenados, generen una sensación de pánico, que no se merecen, que no nos merecemos. No nos cambiamos por nadie, pero..., esa genééética! Salud