Gastar el dinero de otros
Recordamos los caprichos más excéntricos relacionados con otros casos de corrupción
Tener mucho dinero a disposición, y no gastar de lo tuyo, trastorna todas las cabezas. Recordamos los caprichos más excéntricos relacionados con otros casos de corrupción.
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Haciendo un pequeño repaso, viene a la memoria el escándalo de Gescartera, y su principal condenado, Antonio Camacho, que gastó 6.000 euros en un jersey de mujer y que siempre pasaba al cargo de la sociedad de gestión sus calzoncillos de seda, a 250 euros cada uno. La comisión de investigación parlamentaria centrada en este caso de corrupción aportó una lista sin fin de objetos de lujo enloquecido: carteras de piel de 7.000 euros, 24 pares de zapatos de 600 euros el par, y minucias como un azucarero: 140 euros. Y hablamos de precios de hace una década.
También el caso Ballena Blanca, investigado en Marbella, nos mostró los delirios de grandeza de Juan Antonio Roca, ex gerente de Urbanismo de la localidad, que acumuló en su finca coches de lujo, caballos pura sangre y caprichosas obras de arte, incapaces las pobres de aportar buen gusto al ambiente en el que se movía el sujeto.
La cúpula de la trama Gürtel poseía 49 coches de lujo, según el sumario; el ex presidente de Baleares, Jaume Matas, se compró un suntuoso palacete en el centro de Palma; y no habrá que mencionar de nuevo los tres trajes de Francisco Camps, pero sí recordar las declaraciones de su sastre: "Me hizo repetir bastantes trajes. Quería los pantalones con un ceñidor detrás y hubo que buscar una trabilla que tuvieron que traer de Italia. Pero era una persona amable, buena gente".
Las copas en el Bar Rasputín, pagadas con dinero del ayuntamiento de Menorca, las mariscadas de más de un caso de corrupción municipal y la famosa gomina del alcalde de Valladolid son la cara más chusca, aunque no menos condenable, de este somero repaso.