¿Y qué significa para el ciudadano de a pie la recapitalización bancaria?
La principal consecuencia será el cierre del crédito
Más allá de las grandes cifras, esos 26.000 millones de euros tendrán repercusión sobre la vida del español medio. Puesto que la banca ya ha dicho que no saldrá a los mercados a pedir el capital adicional que necesita para cumplir con Bruselas, sino que usará sus propios recursos, eso quiere decir que habrá menos dinero para prestar.
Más información
El dinero, desde que comenzó la crisis, es algo así como la energía: que no se crea (aunque sí se destruye), sino que se transforma. Como la economía está estancada, la actividad económica no genera negocio. Y, dado que la banca española tiene mala fama (inmerecida o no) en los mercados, a las entidades de nuestro país les resulta complicado conseguir efectivo y, si lo consiguen, es a un precio muy alto. La consecuencia directa de esto es que la liquidez con la que trabajan las entidades es, a grandes rasgos, siempre el mismo dinero, que sólo cambia de manos. Si ahora a los bancos y cajas se les exige que llenen todavía más el colchón que tienen guardado para imprevistos y no piden ese capital fuera, lo tienen que sacar de sus recursos propios. Y si ese dinero está en el colchón, no está disponible para dar crédito a empresas y particulares. Así, consecuencia principal, habrá muchos más problemas para conseguir que alguien financie a los españoles, ya sea para comprarse un coche o para crear una empresa.
Además, las empresas que trabajan para las administraciones públicas dependen del crédito para sobrevivir, dada la alta morosidad de comunidades autónomas y ayuntamientos. Y, si las condiciones de acceso a la financiación se endurecen aún más, muchas de esas empresas pueden no ser capaces de aguantar el tipo y podrían verse abocadas al cierre. Es decir, más paro, en un país donde ya hay 4,8 millones de desempleados.
La banca, como dice un alto directivo del sector, es "un trocito de PIB" español. Lo que se traduce en que la imagen de las entidades financieras es la del país y viceversa. Una mayor exigencia de capital arroja sombras de duda sobre la solvencia de las entidades, sobre la de la deuda pública y sobre todas las empresas del país de turno. Y a todos les costará más que les presten los inversores, que les exigirán mayores intereses.