SER Historia: 'Hanuká, la "Navidad" judía'
Entre los días 25 de Kislev y el 13 de Tevet, ambos del calendario judío, se celebra la Hanuká. Esta festividad religiosa viene a coincidir con los meses de noviembre y diciembre de nuestro calendario gregoriano y cuenta con elementos comunes a nuestra Navidad
Madrid
La Hanuká conmemora la consagración del templo de Jerusalén en el año 165 a. C. tras haber sido profanado por el monarca seleúcida Antíoco IV Epífanes. El mal trato que este rey dispensó a los judíos provocó la rebelión de los macabeos que se narra en los Libros de los Macabeos, unas obras que, curiosamente, no están incluidas en el canon judío, aunque sí en el cristiano.
Los macabeos acabaron derrotando a los invasores seleúcidas, recuperaron Jerusalén y su Templo, que había sido profanado, y lo volvieron a consagrar en honor a Yahvé:
"Macabeo y los suyos, guiados por el Señor, recuperaron el Templo y la ciudad, destruyeron los altares levantados por los extranjeros en la plaza pública, así como los recintos sagrados. Después de haber purificado el Templo, hicieron otro altar; tomando fuego de pedernal del que habían sacado chispas, tras dos años de intervalo ofrecieron sacrificios, el incienso y las lámparas, y colocaron los panes de la Presencia. Hecho esto, rogaron al Señor, postrados sobre el vientre, que no les permitiera volver a caer en tales desgracias, sino que, si alguna vez pecaban, les corrigiera con benignidad, y no los entregara a los gentiles blasfemos y bárbaros. Aconteció que el mismo día en que el Templo había sido profanado por los extranjeros, es decir, el veinticinco del mismo mes que es Kislev, tuvo lugar la purificación del Templo. Lo celebraron con alegría durante ocho días, como en la fiesta de Sukkot, recordando cómo, poco tiempo antes, por la fiesta de Sukkot, estaban escondidos como fieras en montañas y cavernas. Por ello, llevando tirsos, ramas hermosas y palmas, entonaban himnos hacia Aquél que había llevado a buen término la purificación de su lugar. Por público decreto y voto prescribieron que toda la nación de los judíos celebrara anualmente aquellos mismos días". (2 Macabeos 10, 1-8)
Más información
Cuenta el Talmud que, durante los ocho días que duraron las fiestas de consagración del Templo, había que tener encendida la Menorá, el candelabro de siete brazos del Templo. Aunque sólo había aceite para un día, Yahvé obró el milagro de que ardiera durante los ocho días. Por eso, en Hanuká se emplea un candelabro especial de nueve brazos, uno para cada uno de los ocho días de la tradición y uno extra. Los brazos se van encendiendo a razón de uno por día y, a continuación, se entona una oración llamada Maoz Tzur. El primer día se celebra una comida familiar y se intercambian regalos.
El juego del a peonza
Entre los niños es muy popular una peonza de Hanuká llamada dreidel, en cuyas caras están inscritas las letras iniciales de la frase Nes Gadol Hayah Sham («Gran Milagro Ocurrió Allí») si es fuera de Israel, o bien Nes Gadol Hayah Poh («Gran Milagro Ocurrió Aquí») si la peonza es para un niño israelí. Con esa peonza, los niños juegan con caramelos a «tomo todo, pongo la mitad, tomo la mitad, no hago nada», dependiendo de qué cara de la peonza caiga al hacerla girar.
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