La cara amable de la ultraderechista dinastía Le Pen

Es el rostro más cercano de la dinastía de Jean-Marie Le Pen, creador del Frente Nacional. Marine Le Pen, su hija y sucesora, ha mejorado la marca de su padre moderando su viejo discurso antiestatal y dejando a un lado los temas más polémicos de su progenitor como la Segunda Guerra Mundial o las alusiones negacionistas. Ella llama a preservar a Francia del monopolio de los mercados, los ricos y los banqueros, un mensaje nacionalista que ha calado en el electorado más joven de Francia.

'Madame' Le Pen (1968), licenciada en Derecho por la Universidad de París II, se unió al partido de su padre a los 18 años en 1986 y abandonó su carrera de abogada en 1998 para proporcionar asesoramiento legal al partido. En 2003, se convirtió en vicepresidenta del partido, y en 2009 ya era una figura nacional por propio derecho, pese a numerosas críticas internas.

La presidenta del FN ha logrado acercarse a parte del electorado francés con un programa más moderno que su padre, pero sin alejarse del discurso tradicional en temas básicos como la inmigración o la economía. Entre sus propuestas: salir del euro y volver al franco, renegociar los "tratados europeos" o reestablecer la pena de muerte abolida en 1981. El euro es, por tanto, su principal enemigo, junto a los extranjeros -marcada es su oposición a la islamización de Francia-, y los partidos tradicionales de los que destaca el fracaso despilfarrador de su elite gobernante.

De voz áspera, decidida y gran oradora, Marine Le Pen repite por activa y por pasiva que el Frente Nacional "es la única alternativa al bloque de poder UMPS", abreviatura que engloba a Nicolas Sarkozy y el partido socialista de François Hollande. Las encuestas la sitúan como una de las favoritas entre la franja de edad de los 18 a los 24 años, y es precisamente en esa capa joven y de escaso éxito escolar en el busca que cale su política antisistema y antiélites.