Economia y negocios
Análisis:

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

El análisis de Antonio Hernández-Rodicio, director de informativos de la Cadena SER

El Sistema financiero español ha pasado de sacar músculo a estar bajo sospecha. El Gobierno de Zapatero presumió de tener la banca más saneada de Europa y el del PP ha actuado como si en verdad lo fuera, con una tímida reforma del sector, que sirvió de poco, dado que todas las entidades salvaron las condiciones impuestas. En ese salto hacia ninguna parte tiene buena parte de la responsabilidad el Banco de España.

El asunto es que no se trata de un sistema podrido sino sólo de una parte pero con gran capacidad de contaminación. Los grandes bancos, y algunas entidades ya transformadas en banco mantienen una estructura sana y unos balances que le permiten afrontar el futuro y las mayores provisiones impuestas sin ayudas. En cambio, los boquetes más importantes vienen de las cajas de ahorros, una figura ya extinguida de facto que ha acumulado gestiones escandalosas y ha generado agujeros profundos. Pero no todas: La Caixa, Ibercaja o Unicaja entre otras han demostrado que el problema no era el modelo, sino la gestión.

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¿Y las responsabilidades?

Al gobierno del PSOE se le fue el tiempo sin afrontar el problema, y el del PP ha tardado cinco meses en entender que este era el principal tapón de la economía española. Y especialmente Bankia, el conglomerado resultante de la fusión de Caja Madrid con Bancaja, un movimiento disparatado y ejecutado bajo la dirección de gobiernos y ejecutivos del PP, que teóricamente alumbraba la mayor caja de ahorros de España por volumen de activos y que en realidad estaba constituyendo la mayor amenaza para la economía española y las cuentas públicas, de las que se detraerán 24.000 millones de euros para reflotar la entidad ya sin Rodrigo rato, casi el 3% del PIB español

El caso Bankia ha ocasionado un desprestigio extraordinario tanto al sistema financiero español en su conjunto como al Gobierno y al Banco de España. Y el Gobierno tiene que pedir ayuda, se llame intervención financiera, rescate bancario o préstamo, como pretende el ejecutivo de Mariano Rajoy, porque no tienen recursos financieros para salvar el sistema.

No conviene olvidar que este rescate financiero se va a producir en un entorno endiablado: con una tasa de paro del 24,3%, una contracción propuesta del PÎB del 1,7% y una crisis permanente de la deuda pública.

Lo que va a ocurrir esta tarde es el final de un ciclo caracterizado por una acción política negligente y una gestión de la mayoría de las cajas en la que se detectaba a partes iguales la injerencia política, el desconocimiento técnico y la osadía ignorante.

 
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