Santiago Carrillo, testigo excepcional de la España del siglo XX
Fue protagonista de los avatares políticos de nuestro país: desde la II República a la democracia consolidada.
Santiago Carrillo decía pertenecer a una generación de militantes que habían crecido en una época en que dedicarse a la política era jugarse la vida.
Natural de Gijón, hijo de un militante del PSOE, nacido el 18 de enero de 1915, fue aprendiz de periodista en "El Socialista" y cubrió, de pantalón corto, la proclamación de la II República. Esa tarde despertó a Besteiro de la siesta y le acompañó al histórico balcón en que proclamó el cambio de rumbo de este país.
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Santiago Carrillo tenía 21 años cuando se afilió al Partido Comunista. "Cuando ingresé en el PCE -recordaba- sabía que el Partido decidía sobre mi vida, sobre todo. Esa era mi mentalidad en aquella época". Durante la Guerra Civil formó parte de la Junta de Defensa de Madrid, y en ese contexto es en el que durante muchos años se le acusó de la matanza de Paracuellos. Él calló durante largo tiempo, y luego se explayó en unas declaraciones: "Mire usted, yo no mandé fusilar a nadie. Pero hay que pensar que en ese momento en Madrid había decenas de miles de ciudadanos que estaban armados y que estaban sufriendo los bombardeos, y que veían morir a sus mujeres y a sus hijos, cargados de odio. Había que pensar que en esos momentos los milicianos que protegían ese convoy estaban protegiendo a esa gente contra sus sentimientos y que en un momento dado desobedecieron las órdenes y no les protegieron".
Finalizada la guerra Carrillo cruza la frontera y comienza un largo exilio que le lleva a la Unión Soviética, Estados Unidos, Argentina, México, Argelia. Finalmente recala en París donde defiende el eurocomunismo y propugna para España la reconciliación de todas las fuerzas políticas democráticas. A la muerte del dictador Carrillo entra en España clandestinamente, con pasaporte falso y una peluca. Es un ilegal, pero su actividad es frenética. Ha de convencer de que el PCE está por la democracia y llega a convocar una rueda de prensa en la que, detrás de él, cuelgan la bandera española, rojigualda, y la roja, con la hoz y el martillo.
Un Sábado Santo el presidente Suarez se decide y legaliza el PCE. La noticia sorprende a muchos, pero no a todos, porque el Rey está al tanto. La primera entrevista entre ambos es un paso más en la normalidad democrática. Tambien lo es que Manuel Fraga presente a Carrillo en su primera conferencia "legal", con todo Madrid en el Club Siglo XXI. Carrillo es elegido diputado, participa en los Pactos de la Moncloa, es reelegido secretario general del PCE y el 23 de febrero de 1981 asiste imperturbable al 23-F. "Sentí que representaba a un partido en el que había habido muchos mártires.- No podía dejar mal a todo lo que había detrás de mí".
Tras una grave crisis interna en el PCE Carrillo crea un nuevo partido, no resulta elegido diputado y sus seguidores acaban en el PSOE. Él abandona la política militante y emprende una senda ya conocida: la del periodismo. Libros, artíkculos, conferencias y su insustituíble presencia en "La Ventana" de la Cadena SER. Socarrón y tremendamente lúcido, con su eterno cigarrillo, fue testigo excepcional de la vida española del último siglo. Y en el balance final nos dijo:"Mi vida ha sido movida, muy movida. Yo no me arrepiento de nada. A veces lo he pasado muy mal, pero eso da cierto aliciente a la vida y la hace más interesante".




