"Si no fuera por el punto de encuentro no vería nunca a mi hijo"
Algunos padres ven por primera vez a sus hijos en puntos de encuentro como el de Fuenlabrada porque la mala relación con sus parejas llegó al mundo antes que ellos. Otros se reencuentran con sus hijos en habitaciones de un piso cuando los niños ya los han olvidado. Los puntos de encuentro son los únicos lugares "posibles" para ejercer el derecho que el niño tiene a ver a sus dos progenitores cuando la relación entre sus padres es "imposible".
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La primera vez que llegaron algunos pensaban ver tras esa puerta una nave o el aula de un colegio; pero no, es un piso con muñecos por los rincones, sillones de colores, pilas de juguetes y sobre todo, habitaciones independientes en las que los técnicos van repartiendo a los padres para no tener que verse si la situación está los suficientemente enquistada o así lo ha decidido un juez.
"Venimos con el niño, nos meten en una habitación, nos despedimos del niño, se lo llevan al padre y primero sale quien lleve al niño y a los diez minutos, cuarto de hora, sale la otra parte", cuenta Raquel, que viene a este punto de encuentro con su hijo desde que el pequeño tenía seis meses, ahora tiene tres años y no recuerda haber visto a sus padres juntos jamás. "Para él esto es una rutina", apunta Raquel, que acumula hasta 22 denuncias por incumplimiento del régimen de visitas, por eso el padre pidió que esas visitas las regulara un punto de encuentro.
En la sala de al lado está Jose Ramón, quien volvió a ver a su hija en una habitación cuando la pequeña tenía cinco años. No se acordaba de él, "tardó unos dos meses en decirme papá, antes me llamaba Jose Ramón porque así se lo habían inculcado en casa de la madre. De hecho, a veces todavía se le escapa, pero yo procuro no hacer caso y no le digo nada". Durante meses José Ramón ha visitado a su hija sólo en el centro y bajo vigilancia tras una acusación de abusos que luego desestimó el juez. Fue en el punto de encuentro de Valdemoro, uno de los primeros que la Comunidad de Madrid decidió cerrar.
Ahora le toca Fuenlabrada, y en transporte público este centro, al que algunos padres acuden hasta tres veces a la semana, -es decir, seis contando idas y vueltas-, queda a dos horas de su casa y de la de su "ex" con la que, desde hace años sólo se comunica por escrito. "La niña lleva en su mochila un cuaderno donde escribimos las notas de qué es lo que ha comido o qué medicinas tiene que tomar y cuándo". Un enorme cocodrilo y una peluquería de juguete rodean estas conversaciones, también el sonido de una lavadora, que en la cocina del centro, -que los padres usan para calentar biberones o hacer cafés, da vueltas.
Reportaje: "Si no fuera por el punto de encuentro no vería nunca a mi hijo"
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Toñi Fernández
Edición Hora 14, sección de reportajes, Hoy por Hoy reportajes, Gerente de comunicación y jefa de prensa...