Sonrisas y lágrimas, como la primera vez
Es la obra del año en la cartelera madrileña. La historia de la familia Von Trapp resplandece y brilla con luz propia gracias a la excelente factura de sus actores sin ensombrecerse por la mítica película.
El reto era alto. Llevar a las tablas una gran producción familiar basada en una película que ha marcado y está en el imaginario de tantas generaciones sin resultar una copia. Y 'Sonrisas y lágrimas, el musical' supera la prueba con nota.
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Indudablemente la producción que podemos ver en el Teatro Coliseum de Madrid, y para la que ya se pueden comprar entradas, nos retrotrae a la película pero una soberbia escenografía, un mayor peso de la parte interpretativa -eso sí, sin descuidar ni por un segundo la vocal- y un elenco impecable en el que sobresalen las voces y dotes interpretativas de Silvia Luchetti (María), Noemí Mazoy (la Madre Abadesa) y Carlos Hipólito (el capitán Von Trapp). Actores que consiguen emocionarnos y ponernos a cantar como si fuera la primera vez que nos enfrentamos a esta edulcorada historia.
De qué va lo sabemos todos. María, una novicia, es enviada a la casa de la familia Von Trapp como niñera de los siete hijos del viudo capitán. La joven conseguirá meterse a los niños en el bolsillo a la vez que devuelve la música y la alegría a la casa y se enamora del capitán. Todo en plena expansión de los nazis sobre Austria, lo que hará que la familia tenga que escapar del país. El trasfondo histórico es, además, mucho más potente en esta versión que dirige Jaime Azpilicueta sobre el texto y la música creados por Richard Rogers y Oscar Hammerstein II para el estreno del musical en Broadway en 1959.
Desde que atravesamos las puertas de la abadía, el espectáculo nos clava al asiento con los solos de Mazoy para, sin tregua, deslumbrarnos con la excelente calidad vocal de Silvia Luchetti al frente de Sonrisas y lágrimas con el que se nos presenta a María en sus amadas montañas austriacas. Una María que Luchetti hace suya y a la que da un cariz más fuerte y luchador aunque físicamente calcada a la que creó Julie Andrews.
Las letras de las canciones introducen leves variaciones -"trayéndolas al siglo XXI", dijo el director en la presentación del espectáculo- excepto el famosísimo Do, re, mí, tema que es imposible de modificar y con el público ya está absolutamente conquistado. Es en este punto en el que conocemos a los siete hijos del capitán Von Trapp. Pequeños actores solventes pero sobre los que destaca Yolanda García (Liesl), una joven actriz muy prometedora y con una voz impecable.
Y por encima, en esta familia, la relación de María y el capitán, o lo que es lo mismo de Silvia Luchetti y Carlos Hipólito. Brilla su química en la escena del baile y la posterior declaración pero donde Hipólito, que crea a un capitán más accesible y cercano, se luce es con su intimista y desgarradora interpretación de ese Edelwies de despedida en un poderoso escenario customizado por la ocupación nazi. Ya le vimos cantando en Follies y aquí sigue demostrando que es uno de los mejores actores que hay sobre las tablas patrias.