Michelin, en una balanza
- A diferencia de lo que algunos piensan, las estrellas no se pueden comprar. Y no será porque algunos adinerados no lo hayan intentado...
- Los inspectores siempre pagan las comidas, cosa que no sucede con otras guías o críticos.
- Su prestigio internacional está fuera de toda duda.
- Aporta notoriedad al restaurante y entre un 15 y un 20% más de clientes, de media.
- Es poco generosa (por no decir rácana) con nuestro país. No es justo que haya más estrellas en Manhattan que en Madrid y Barcelona juntas.
- Una estrella en Francia no pesa lo mismo que una en España: allí se dan con muchísima más alegría. ¿Por qué nuestros restaurantes son a los que más se les exige del mundo?
- Hay cocineros castigados, reconocidos unánimemente a nivel mundial, que no son del agrado de la guía, mientras que hay otros que, todo lo que tocan, Michelin lo convierte en estrella.
- Son poco flexibles porque cuando alguien pierde una estrella ya no hay marcha atrás. Es casi imposible volver al firmamento.
- Realizan poco seguimiento en líneas generales y tienen poco dominio de los territorios y sus productos, con una única visita al año (o dos en el mejor de los casos).