Gastro | Ocio y cultura

Michelin, en una balanza

  1. A diferencia de lo que algunos piensan, las estrellas no se pueden comprar. Y no será porque algunos adinerados no lo hayan intentado...
  2. Los inspectores siempre pagan las comidas, cosa que no sucede con otras guías o críticos.
  3. Su prestigio internacional está fuera de toda duda.
  4. Aporta notoriedad al restaurante y entre un 15 y un 20% más de clientes, de media.
  1. Es poco generosa (por no decir rácana) con nuestro país. No es justo que haya más estrellas en Manhattan que en Madrid y Barcelona juntas.
  2. Una estrella en Francia no pesa lo mismo que una en España: allí se dan con muchísima más alegría. ¿Por qué nuestros restaurantes son a los que más se les exige del mundo?
  3. Hay cocineros castigados, reconocidos unánimemente a nivel mundial, que no son del agrado de la guía, mientras que hay otros que, todo lo que tocan, Michelin lo convierte en estrella.
  4. Son poco flexibles porque cuando alguien pierde una estrella ya no hay marcha atrás. Es casi imposible volver al firmamento.
  5. Realizan poco seguimiento en líneas generales y tienen poco dominio de los territorios y sus productos, con una única visita al año (o dos en el mejor de los casos).
 
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