Muere Bebo Valdés a los 94 años
Pocas historias de músicos muestran mejor el valor de la constancia y la paciencia que la carrera de Bebo Valdés
El maestro cubano ha fallecido en Suecia a los 94 años de edad tras pasar casi toda su vida en el anonimato y regresar a la música a los 76 años. Sus últimos trabajos son la banda sonora de Chico y Rita de Fernando Trueba y un álbum junto a su hijo Chucho Valdés.
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Bebo Valdés comenzó su carrera como arreglista en la radio tras estudiar en el Conservatorio Municipal de la Habana. Después pasó la década de los años cincuenta trabajando en Tropicana como músico de acompañamiento y arreglista de otros artistas. En aquella época no sabía que la vida le llevaría a tocar durante décadas en un hotel del frío Estocolmo. Allí se casaría y comenzaría una nueva y tranquila vida como exiliado tras abandonar su banda durante una gira por escandinava.
Pero la carrera de Bebo no estaba ni mucho menos encaminada a ese destino. Los días noruegos del músico cubano no fueron sencillos y Bebo Valdés se topó con muchos obstáculos para desarrollar su carrera: la música cubana no estaba moda en Suecia. A pesar de las barreras aquel no sería el destino de Bebo. El exquisito pianista tendría otro camino y en él fue parte importante Paquito D'Rivera, que en 1994 le llamó para grabar un disco que cambiaría su vida.
Junto a D'Rivera grabaría Bebo Rides Again, un brillante álbum que le devolvió la notoriedad pérdida durante décadas y le descubrió ante un nuevo público. Gracias a ese álbum el cineasta Fernando Truba le incorpora en el reparto de Calle 54 en su primera colaboración. La llegada del siglo XXI daría una nueva vida al pianista cubano que se reencuentra inesperadamente con el éxito que nunca había buscado. En 2003, Bebo Valdés graba junto a Diego 'El Cigala' Lágrimas negras, uno de los mejores discos del año para 'The New York Times', obtiene un Grammy y el disco se convierte en un éxito de ventas que le conecta con un público mundial que se rinde a su talento. La vida de Bebo da un giro radical y el músico, que se instaló en Benalmádena, se lanzó a la carretera para recorrer el mundo con más de ochenta años. Su apretada agenda le lleva a sentarse al piano de las grandes salas de Nueva York, Tokio o París.
El tiempo, la vida y la magia, pusieron en su sitio a un músico que nunca se alejó del piano y que además de un legado inmenso deja una prole que defenderá su música como bandera. Ha compartido escenario en varias ocasiones con su hijo Chucho y, su nieto Chuchito, también pianista, estuvo de gira por España hace una semana y comentaba a la SER que se sentía triste por no haber tocado nunca junto a su padre y su abuelo.
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