Gastro

¡No seas racista (con el vino blanco)!

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  • Si lo que nos gusta de los tintos es la untuosidad en boca, encontraremos en los blancos criados con lías los mejores aliados. El contacto con las levaduras muertas aporta intensidad de aromas y textura al vino. El Dobles lías de Marimar Torres (Russian River Green Valley, California) es un excelente ejemplo de un blanco elegante con personalidad.
  • Si lo que nos seduce de la variedad tinta es la intensidad aromática, vinos como el sauvignon blanc del Pouilly Fumé sorprenderán a los más eclécticos con notas herbáceas. La piedra sílex de sus suelos da vinos como el Pur Sang: un pura sangre con una potencia de las que pocos tintos gozan.
  • Si lo que nos atrae de un vino tinto es la carnosidad, uvas como la garnacha blanca del Priorat dan vinos poderosos en boca y de gusto persistente. Un buen ejemplar de blanco en tierra de tintos es Mag Igneus, con unos matices para el maridaje que los tintos de su zona no poseen gracias al grado y a la potencia en boca. Denota la parte más masculina de un blanco, con notas de especie blanca y ahumados.
  • Si lo que buscamos en los vinos tintos son las notas ahumadas, podemos encontrar blancos fermentados en barrica con notas tostadas. Son vinos que cogen el fumé del roble al quemar los toneles por el interior. El Chardonnay Col·lecció d’Albet y Noya del Penedès es un buen representante de estos vinos.
  • Si lo que apreciamos del vino tinto es el tiempo de guarda, nuestras aliadas serán variedades como el riesling, que tienen una acidez alta que les asegura longevidad. Los vinos blancos de Alsacia, como Clos Sainte Hune de Trimbach, aguantan más de 15 años. Por no hablar de los tokays húngaros y los sauternes de Bordeaux, donde la botrytis cinera asegura la acidez y la refuerza con grado alcohólico y azúcar residual.
  • Si lo que anhelamos de un tinto es el tanino, los blancos criados en barrica aportan estructura en boca gracias al tanino de su crianza.
  • Si lo que admiramos de las variedades tintas son el grado alcohólico, pueden encontrarse blancos del Somontano con 14.5% de volumen alcohólico. El cambio climático, con sus altas temperaturas y una vendimia realizada después de la maduración fisiológica, hace que estos blancos destinados a envejecer ganen alcohol año tras año. Lo  mejor es que este grado tan alto para un blanco no despunta en la boca y queda integrado.
  • Si lo que adoramos de los tintos es servirlos en decantador, hay muchos blancos que también exigen una aireación. Ejemplo de ello es el Viña Tondonia Blanco de Rioja, que gana complejidad con el trasvase.
  • Si lo que nos consuela de un tinto es que su ingestión favorece (en parte) nuestra salud, se han realizado estudios que demuestran factores saludables del consumo moderado del vino blanco: permite aumentar el colesterol bueno, principalmente a causa de los antioxidantes procedentes de la pulpa de la uva... ¡y hasta reduce los niveles de presión arterial!
 
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