El Bayern de Múnich gana su quinta Champions en Wembley y amenaza con marcar una época
Los bávaros se llevan la final ante el Borussia Dortmund con un gol de Robben a falta de un suspiro para la conclusión del encuentro. Es la quinta Champions para el Bayern. La segunda para Jupp Heynckes, que deja a Pep Guardiola un conjunto ganador y dispuesto a convertirse en el gran dominador del fútbol europeo salvo que se lo impidan el Real Madrid o el F.C. Barcelona
Aunque la mayoría de los aficionados al fútbol habrían deseado una final de Champions entre los dos equipos españoles, sus verdugos alemanes no defraudaron y protagonizaron un encuentro lleno de ritmo y ocasiones. Eso sí, al principio ambos ingredientes los puso el que se presentaba como presunto rival más débil, el Borussia Dortmund.
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Los de Klopp intentaron cortar la salida de balón del Bayern con una presión que pronto se demostró efectiva. Los bávaros padecieron el esfuerzo de los de Dortmund y se limitaron a sacar la pelota en largo mientras que su rival se acercaba a la portería de Neuer. El guardameta fue, precisamente, el gran protagonista de la primera fase del encuentro. Primero, enviando un disparo de Lewandowski a córner. Después, atajando un tiro a bocajarro de Blazczykowski. y por último, sacando otro de Reus desde fuera del área.
El portero del Bayern era el mejor jugador porque el Dortmund era el mejor equipo sobre el terreno de juego. La fórmula de Klopp funcionaba, pero con una gran sombra que suele pasar factura en las fináles -véase la de la Copa en España-: fallar demasiadas ocasiones suele ser sinónimo de derrota.
Pero el Bayern despertó tras enganchar un par de acciones a balón parado. Desde la esquina estuvo a punto de marcar cuando Javi Martínez cabeceó un córner y la bola se marchó unos centímetros por encima del larguero. Solo unos segundos antes pudo hacer lo mismo Mandzukic, pero su cabezazo lo desviaron el guardameta Weidenfeller, en primera instancia, y el larguero, en segunda.
Esos dos remates fueron suficientes para meter el miedo en el cuerpo del Borussia, que vio como el rival cambió el signo del partido sin hacer nada por remediarlo. Solo, confiarse a su portero y a una noche aciaga -al menos en su comienzo- para el holandés Robben.
Como si hubiera quedado marcado por aquel mano a mano de la final del Mundial 2010 que Casillas hizo pasar a la historia, el holandés volvió a demostrarse más que fallón cuando tuvo que encarar a Weidenfeller. Tres ocasiones claras tuvo para superarlo. En las tres fue incapaz de marcar. En unas tapó bien el guardameta. En la mayoría, el delantero no supo dónde poner la bola. Pero quedaba partido por delante.
La reanudación ofreció un partido distinto. Menos ocasiones... pero más goles. Un Borussia menos entonado y un Bayern mejor físicamente. En cualquier caso, un partido desequilibrado que pronto pareció predestinado a caer del lado del Bayern. Y con un protagonista que siguió siéndolo: Robben.
Porque de sus botas vino el primer gol del encuentro. Y el definitivo. El que rompió el cero a cero lo hizo Mandzukic después de una buena colada del holandés por la derecha. El centro lo hizo Robben con apuros, pero llegó a su destino. Al segundo palo en el que el nueve del Bayern solo tenía que empujarla para empezar a romper la final.
Y aunque parecía que el tanto decantaba completamente el partido, el Dortmund pudo impedirlo cuando Dante, defensor de los de Heynckes, hizo un penalti tan clamoroso como infantil a Reus. No lo tiró Lewandowsky, sino Gündogan. De forma impecable. Neuer se tiró al lado contrario.
Pero el empate fue más en el marcador que en el juego, que fue en toda la segunda mitad del próximo equipo de Guardiola. Los verdugos del Barcelona en la semifinal de la Champions empujaron una y otra vez. Casi siempre se estrellaron contra un prodigioso Weidenfeller.
Casi todos los del Bayern hicieron por batirlo. Primero Boateng, luego Müller -aunque prefirió centrar en el mano a mano a Mandzukic- y después Schweinsteiger con un gran disparo desde la frontal del área. Ninguno tuvo éxito.
Quizá, porque el destino quería que fuera el holandés Robben el que pusiera patas arriba la final. Lo consiguió a tres minutos para llegar al noventa. Entró como un cuchillo en una defensa del Dortmund que a esas alturas del partido ya no tenía fuerzas para aguantar todas las embestidas del rival. Y definió con suavidad para marcar el que, probablemente, será el gol que nunca olvidará y, que, sin embargo, le hará dejar atrás esos otros mano a mano fallados en esta final... y en la de Sudáfrica.
Quinta Champions para un Bayern de Múnich que ha demostrado ser el mejor equipo de esta Champions League. La semifinal ante el Barcelona lo dejó claro. Esta final solo ha servido para ratificarlo. Ahora Guardiola cogerá a este equipo que lo ha ganado todo. Y tendrá que enseñarle a mantener el hambre por ganar. En el club blaugrana lo consiguió. Si lo hace en Múnich, este equipo marcará una época. Solo Real Madrid y F.C. Barcelona pueden impedirlo.
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Gol de Mandzukic (Borussia 0 - Bayern 1)
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Gol de Gündogan (Bayern 1 - Borussia 1)
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Gol de Robben (Borussia 1 - Bayern 2)
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Alfredo García
Coordinador digital de las emisoras de la SER. Anteriormente, y durante más de una década, fue responsable...