Cómo hemos cambiado

La experiencia de dos universitarios ciegos. Manuel hizo filología hispánica hace 30 años en Granada, José Ramón está hoy en la facultad de Periodismo

Manuel pudo estudiar porque su padre le grababa los libros en una cinta de cassette y un compañero le grababa los apuntes. Para los exámenes utilizaba una máquina de escribir. Aún recuerda lo mal lo que lo pasaba al pensar que algún día iba a teclear con la cinta tan gastada que el papel se quedaría en blanco. Para evitarlo, cambiaba la cinta siempre que tenía un examen. Hoy Manuel es profesor de literatura en un centro de la ONCE donde nos cuenta esos recuerdos de su paso por la universidad.

José Ramón tiene 19 años, está estudiando periodismo y quedamos con él en la puerta de la facultad. Lleva tejanos y sudadera gris, camina con agilidad sin perro guía ni bastón. "Tengo un 5% de visión en un ojo", nos comenta, y añade que eso le permite ver siluetas, colores y caminar con escasa dificultad por las zonas que ya se conoce. José Ramón no necesita que le graben los libros ni cambiar la cinta de una máquina de escribir por si el folio se queda en blanco. Yo tengo, nos cuenta, una tele lupa que agranda el tamaño de las letras, un ordenador y un móvil que leen lo que escribo o lo que me escriben, acceso a libros digitales ... y sigue enumerando una serie de herramientas que le facilitan la vida y el estudio.

Hemos avanzado mucho, decía Manuel, pero sigue habiendo barreras en internet que no tienen ningún sentido, que son absurdas, y que se podrían evitar fácilmente. Por ejemplo, esas webs en las que tienes escribir una serie de números y letras para demostrar que no eres una máquina. Yo no soy una máquina, concluye, pero no puedo reproducir esos números. Sería tan fácil buscar una fórmula diferente.