Los pequeños 'cabroncetes' del cine

La gran Simone de Beauvoir se preguntaba en 'El segundo sexo' si una mujer nace o se hace. Sin que sirva de precedente y como excepción absoluta, este artículo se toma la licencia de alterar mínimamente el dilema existencial de la gran feminista francesa: un niño cabrón nace o se hace.

El cine está lleno de pequeñas sanguijuelas, de chupópteros que en muchos casos no llegan ni al metro cincuenta, bicharracos llenos de maldad, rabia y envidia a los que, seamos claros, no les hubiese venido nada mal un par de sopapos bien dados. Este fin de semana ha llegado a las salas lo nuevo de la directora Gracia Querejeta, una experta retratista de atmósferas familiares. '15 años y 1 día', que por cierto se llevó la Biznaga de Oro en el pasado Festival de Málaga, es la historia de un adolescente rebelde, irrespetuoso, contestón y vago, cuya madre es incapaz de domar. Maribel Verdú, que vuelve a trabajar con Querejeta, se mete en la piel de esta madre desesperada que, como última y extrema opción, decide mandarle con su abuelo, un exmilitar estricto y de férreas costumbres que intentará meterle en vereda.

José Coronado, íntimo de la Verdú, también experimentó la semana pasada lo que ser un padre al borde del colapso. En el thriller 'Hijo de Caín' de Jesús Monllaó, el actor ve como su vida familiar se desmorona por culpa de su maquiavélico retoño. Más de los mismo en 'Els nens salvatges' de Patricia Ferreira, que hace dos años se alzó también con el premio a la mejor película en el festival de Málaga (definitivamente, la complejidad adolescente triunfa en la ciudad andaluza). La directora catalana planteó que el salvajismo de los adolescentes lo provocan siempre los adultos. Razón no le falta. La danesa Susanne Bier vino a decir algo parecido en su oscarizada 'En un mundo mejor'.

Puestos a elegir, casi es preferible un niño cabrón que un niño poseído. Parece a priori mucho más manejable, mucho más terrenal. Además, en España tenemos unos fantásticos psicólogos infantiles. Aunque, quién sabe, igual los nuevos exorcistas que ha contratado el Arzobispado de Madrid solucionan más de un conflicto familiar... El caso es que el cine de terror está lleno de minidemonios, empezando por la pobre Megan de 'El exorcista', siguiendo por la niña de 'La maldición' y acabando en el chaval de 'La profecía'.

Dicen que el amor de un padre es incondicional... Que se lo digan a los de Macaulay Culkin en 'El buen hijo' o a los del mítico Daniel el Travieso. Si un chaval indomable ya es de por sí insoportable, imagínense una pandilla de pequeñas bestias: los ansiolíticos correrían de mano en mano. El austriaco Haneke, con su sobriedad habitual, intentó reflejar en 'La cinta blanca' la crueldad colectiva de un grupo de niños en un pueblo alemán antes de la primera Guerra Mundial.

Los dibujos animados tampoco se libran. Desde la niña trasto de Monstruos S.A (todavía suficientemente pequeña como para poder reconducirla) hasta el gran Chicho Terremoto o el irreverente y guarro Shin Chan. Bart Simpson, a pesar de la ristra de fans, también tiene lo suyo. Al igual que las hermanastras de Blancanieves, que ocupan un puesto importante en el pódium de los pequeños canallas.

Después de que uno ya no pueda ni fiarse de algo tan cándido como un niño, hay que pararse a pensar aunque a veces cueste conjugar este verbo. Los niños son como esponjas, para bien y para mal. Tanta podredumbre social tenía que salir por algún lado. Lástima que terminen pagando los más pequeños.