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Reportaje:

Burdeos, tras la borrachera china

Los vinos franceses, reconocidos por su calidad en todo el mundo, se han situado en el ojo del huracán de la guerra comercial entre Bruselas y Pekín

Dicen que para entender el mundo del vino de Burdeos hay que hablar con los négociants especializados en la plaza bordelesa y convencerles de que te muestren sus depósitos. El que se presenta como líder de la venta de grandes vinos en el mundo, Millésima, y que en cualquier caso es el mayor de los cinco grandes de Francia, le ha abierto a la Cadena SER las puertas de sus bodegas, en el imponente edificio del muelle Paludate de Burdeos.

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Stéphanie Gregoire, analista de mercados, está en la puerta esperando para desconectar las alarmas, que sin embargo, saltan. "Parecemos el Banco de Francia", dice sin intención de impresionar, algo que sí consigue después, cuando explica que sus paredes albergan los Premier Grands Crus Classés más famosos del mundo: Château Lafite Rothschild, Margaux, Latour (Pauillac), Haut-Brion (Péssac-Legonan) o Mouton Rothschild. Más de dos millones de botellas, con un valor aproximado de 100 millones de euros.

No solo las cifras en Burdeos se asemejan al sector financiero. Guillaume Cottin, director general de Dubos, otro de los grandes négociants de Burdeos, lo explica con bastante claridad: "Vendemos en primeur. Es decir: vendemos ahora lo que llegará al mercado dentro de dos años", señala impasible mientras en su móvil suenan alarmas cada tres o cuatro minutos. "Son las ofertas de compra porque esta semana han salido los precios de cuatro grandes Châteaux". Y eso quiere decir que la demanda está funcionando bien.

La venta en primeur es un sistema único en el mundo que permite a los viticultores financiación fresca antes de que el vino esté listo para el consumo. Se oferta ahora la cosecha de 2012, todavía dentro de las cubas y a la que aún le queda reposar al menos 12 meses más en barricas de roble para luego ser embotellada para su distribución.

La comercialización del vino de Burdeos es todo un mundo enrevesado, nada menos que fácil de entender para los profanos. Viticultores e intermediarios se conocen desde hace décadas. ¿Para qué necesitan entonces a los comerciantes? Por si no fuera suficiente intríngulis, algunos négociants son al tiempo productores y criadores. Y éstos no venden su vino a los que más dinero ofrecen, sino que reparten "opciones de compra" a sus négociants más fieles. "Entonces hay que decidirse si se ejerce el derecho", afirma Stephan von Neipperg, propietario de nueve haciendas, varias grands cruss classés de Saint Emilion. "En caso de renuncia se pierde la asignación completa. A veces para siempre", sostiene.

La transparencia y Dionisio

¿Y quien delimita el precio? Teóricamente, el productor o ensamblador pero, en realidad, siguen todos a pies juntillas la recomendación del crítico americano Robert Parker: el Dionisio sin cuya predicación Burdeos se perdería.

"El sistema es el más trasparente del mundo", asegura Stephan von Neipperg. Este conde suizo-alemán, instalado en Burdeos en segunda generación, acaba admitiendo que tiene también "un negocio de venta".

Y es que la venta anticipada tiene sus riesgos. Se han dado varios casos de "ventas al descubierto", exactamente como en la bolsa, que hace 20 años provocaron más de un suicidio. Otro, la casa 1855, está ya ante los tribunales porque, según unos clientes, nunca dispuso del vino que pagaron.

Ahora el tema más comentado en Burdeos es la decisión de Chateau Latour de salirse del "sistema primeur de Burdeos" y vender por su cuenta. Una osadía que sólo uno de los grandes se puede permitir. Latour pertenece al multimillonario Henri-François Pinault. Y aun así muchos pronostican en el anonimato que se estrellará. El castigo es sabido: "El que se sale no puede volver", advierten. Pero la tensión es grande porque, si la aventura de Latour sale bien, el sistema Burdeos, en pie desde el siglo XV, puede hacer aguas.

La revolución oriental

El otro gran tema de Burdeos es la llegada de los chinos. En 10 años China ha pasado de cero a ser el cliente más importante. Entraron como un elefante en una cacharrería en 2004 y 2005 y dispararon los precios: tan solo entre 2009 y 2011, los grandes châteaux han cuadruplicado sus precios. ¿El resultado? Mo solo asfixiaron a los europeos y americanos, le pasó lo msimo a los chinos ricos.

Algunas casas de venta en Hong-Kong todavía no se han recuperado de las pérdidas, pues no pudieron colocar todo el vino demandado. "Si usted pierde una vez 400 euros con una botella, no lo olvida pronto", dice Neipperg. "Se está volviendo a una situación más normalizada", dice Cottin.

Todos esperan un aterrizaje suave pero los precios son todavía dos veces más altos que en 2009 y, ahora, Burdeos (que vende el 60 % de todo el vino francés) está en el ojo del huracán de la guerra comercial entre Bruselas y Pekin. Lo que está en juego se explica con estas cifras: Burdeos colocó en 2012 en el mundo 2.740 millones de botellas, por un valor de 4,3 billones de euros. 580 millones fueron a China.

En todo caso los chinos no solo compran vinos. También compran chateaux. "Han llegado para quedarse." Eso lo sabe bien Emmanuel de Saint Salvy, que dirige el Châteaux Bellefont - Belcier en Saint Emilion.

Este precioso dominio fue adquirido por un fondo de inversión chino hace un par de meses. "Yo sigo produciendo y llevando el negocio pero, ahora, con la tranquilidad de que tengo un respaldo financiero", señala De Saint Salvy. Este enólogo opina que se ha exagerado mucho con lo que algunos llaman la "invasión china". En realidad sólo han comprado entre 50 y 70 dominios, de un total de casi 10.000, calcula Cottin.

Refugio en tiempos de crisis

Que Burdeos es una isla en una Francia en crisis es una obviedad que se respira en cuanto uno se da una vuelta por la zona, sin necesidad de entrar en el bellísimo pueblo de Saint Emilion, donde hasta las piedras brillan. Y a que florezca un poco más también contribuyen, al parecer, los europeos que se han salvado de la crisis.

La pasada Semana Santa el 20 % de las ventas en uno de los más grandes negociants del mundo fueron españoles. "Bueno, el vino de excelencia puede ser un refugio en tiempos de crisis y, además, se puede pagar al contado", dice para el que quiera entenderlo una buena fuente del comercio bordelés.

Va tan bien el negocio por internet, de hecho que Millésima están pensando incluir a algunos vinos españoles. Está en estudio incluir los Ribera del Duero, "pero por ahora es sólo una reflexión". Y un honor, claro.

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