El chocolate de la sierra madrileña

Coger el coche, el tren o el autobús, salir de la estresante ciudad y soñar con disfrutar del aire limpio, el viento soplando alrededor y de una de deliciosa tableta de chocolate, elaborada de forma natural, en la sierra de Madrid. No hace falta imaginárselo: en Rascafría es posible. La tienda-obrador Chocolate Natural San Lázaro ofrece ese deseo y alguno más.

A una hora y media del centro de la capital llegamos a Rascafría y la sensación de libertad ya nos inunda pero, al acercarse a una pequeña esquina de la plaza, el olor a chocolate lo invade todo. Y si abrimos la puerta de la tienda San Lázaro, regentada por Mariceli [la madre], Noemí de Belén y Miriam [las hijas], una mueca de alegría aparecerá en nuestra cara.

La premisa de San Lázaro, en palabras de Mariceli, es "ir sacando del cajón las fórmulas tradicionales que suponen en sí una innovación, pero lo más importante es dar tiempo, cariño y amor a la elaboración de cada tipo de chocolate".

Se puede encontrar desde una deliciosa tableta de chocolate con leche hasta las bondades [bombones] para compartir o regalar. La variedad nos abrumará y será difícil elegir.

Mariceli lo tiene claro: triunfa el chocolate natural puro aunque, poco a poco y sobre todo entre los niños, va ganando el blanco. Todo natural y artesanal para que la gente que vaya a disfrutar de su tienda pueda complacerse con un buen producto, del haba a la tableta sin añadir nada.

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Las personas que suelen visitar la tienda, "por la magia que desprende", son familias, amigos o deportistas pero las propietarias presumen especialmente de que sus delicatessen hayan llegado a lugares tan lejanos como México o China. "No me puedo creer que vengan desde tan lejos a por el chocolate", dice Mariceli.

Para que continúe el sueño hay que conservar en buen estado el chocolate. La fundadora de San Lázaro recomienda no introducirlo en el frigorífico: "Al final de su elaboración se le da un toque frío".

Mariceli aconseja también "oscuridad" para mantener en buen estado cualquier dulce de chocolate: "Al chocolate natural no le gusta la luz y tampoco el calor", detalla. "Los 25 grados son ideales. Su aroma deberá estar intacto y, al partirlo, se tiene que escuchar un chuck".

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