Por qué viajo de camping por Europa
- El camping permite experimentar a fondo claves de la gastronomía local, como los mercados, y todo su universo de embutidos, quesos y huerta, entre otras delicadezas. Países como Francia o Italia son una maravilla en el tema mercados, pero también cuando paseas por su rural, donde todas las granjas venden directamente al consumidor. Nuestros días de paseo turístico por lo tanto combinan las visitas culturales con la compra diaria para alimentarnos. Convertimos algo rutinario en una aventura diaria, un placer delicioso de degustación en degustación.
- Los viajes un poco largos son un castigo para el estómago, especialmente si comes fuera todos los días y no te puedes permitir menús caros que cuiden más las elaboraciones. El camping te permite racionar y distribuir tu alimentación para que no tengas ningún tipo de fatiga alimentaria y disfrutes al 100 % hasta el final.
- Para los enofrikis como yo, el camping es la solución definitiva si haces una ruta vinícola. Vinos que son inalcanzables en restaurante de los grandes viñedos de la zona (este verano estuvimos en Champaña y Borgoña), se vuelven asumibles al comprarlos en tienda. Consumirlos tranquilamente en una larga cena y sobremesa sobre los viñedos, como hacíamos nosotros en Borgoña, es una experiencia única y algo más asequible para un sueldo ibérico. Además, nosotros nos llevamos de viaje un buen juego de copas que nos permiten escoger la más adecuada para cada momento y no dependemos del cuidado o descuido del restaurador.
- Hacer la comida fuerte en un camping (lo mejor es mimetizarse con la población local, desayunar bien, comer ligero, cenar bien) implica también un ahorro económico que te permite seleccionar muy bien que restaurantes quieres probar. De esta forma, puedes darte dos o tres caprichos que te van a sentar estupendamente.