El riesgo de los faroles

No es por presumir de listos, pero esto ya se veía venir.

Cuando el viernes, tras el Consejo de Ministros, la vicepresidenta anunció a bombo y platillo que los de 2014 iban a ser los presupuestos de la recuperación, más de uno arrugó la nariz y pensó: está exagerando. Bueno, pues hoy con los números en la mano aquellos escépticos tienen más bazas a su favor.

Porque si con la deuda pública rozando el 100% del PIB, con más recortes (que los habrá), con menos inversión en infraestructuras, con menos transferencias a las autonomías, con un pírrico aumento de las pensiones del 0'25, y con esas pensiones, más desempleo, más intereses... comiéndose el cincuenta por ciento del total... con todo eso hay que tener mucha fe para hablar de recuperación.

Claro que esto no es religión sino política, y al final a quien habrá que convencer es a los mercados y a la Unión Europea. Y aunque el ministro Montoro insista en que España con su estabilidad política cotiza al alza, no estaría de más recordarle que algunos trazos de nuestra imagen como país no son precisamente para presumir.

Por ejemplo, la corrupción. Y lo que dentro vale como cortina de humo, fuera puede convertirse en desnudo integral. De quedarnos en pelotas, vamos. Acordémonos si no, de cómo terminó el sueño olímpico de Madrid, o más recientemente la entrevista de Rajoy en Bloomberg.

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En casa nos podemos hacer trampas al solitario, pero fuera no se andan con chiquitas.