¿Cómo pueden defender los padres una educación pública de calidad?
El deterioro de la educación y la merma de profesores y recursos son los principales motivos que llevan a los progenitores a la lucha activa
"Profesores agotados, equipo de trabajo atado de pies y manos y padres encabronados". Esta es la situación con la que se encuentra Beatriz cada día desde el inicio del nuevo curso. Es secretaria del AMPA del Colegio Público Ocejón de Guadalajara, y una más de los miles de padres indignados por la LOMCE, la primera ley educativa que se aprueba sin apoyos en el Congreso en 23 años.
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Las hijas de Beatriz están haciendo huelga para protestar por los recortes en educación. No conoce la repercusión que la convocatoria ha tenido en el colegio, pero su lucha no se limita a esta forma de protesta, está involucrada en la plataforma AMPA British regional y nacional y su proyecto para salvar la educación pública no cesa. La llamada 'ley Wert' pone un punto y seguido a un recorte presupuestario de 6.400 millones de euros desde 2010, que ha dejado como consecuencia la reducción de más de 20.000 profesores en la escuela pública. "Al mermar los recursos, la educación se ve deteriorada y, aunque suene grandilocuente, esto afectará a nuestro futuro", dice Beatriz.
"Cuando luchamos por lo nuestro nos llaman privilegiados", asegura esta secretaria del AMPA, que lleva meses tocando puertas para protestar porque las condiciones del colegio donde trabaja mejoren. En los últimos cuatro años, este centro, que contaba con un concierto bilingüe con el British Council, ha visto cómo "se reducía la plantilla de sus profesores, se quedaban sin educadores nativos y se reducían los pocos recursos con los que contaban".
"La educación pública me ha llevado a donde estoy, y por respeto a mis padres, tengo que continuar la lucha". La esperanza de los padres que forman parte de la asociación no se acaba, y, a pesar de las barreras, siente que las instituciones les escuchan. "Somos muchas familias, somos como pequeñas hormiguitas con un proyecto común".
Preocupada, con la resistencia minada, Beatriz mira hacia adelante. No olvida el esfuerzo invertido para que el Ocejón fuera un colegio 100% bilingüe, que diera cabida a estudiantes de falimias con pocos recursos y una educación basada en proyectos individualizados. "Tenemos que pelear hasta por cambiar un baldosín", se lamenta.
"Hemos estado dos cursos sin profesores durante el primer mes, y los alumnos lo pasaban haciendo cometas", denuncia Beatriz. "La lucha no se ha acabado, el año que viene nos enfrentaremos a nuevos presupuestos y situaciones que nos harán continuar". Su lucha está centrada en los 450 alumnos que estudian cada día en un colegio público, afectados, según su percepción, por padres en paro, "gente que ya camina con el espinazo doblado y espera más golpes".
Otras voces padres afectados consideran que la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) pone en peligro la educación como servicio público y pone la atención en los centros concertados. Beatriz no lo descarta, y considera que, si dispusiera de más recursos económicos, llevaría a sus hijas a los salesianos, donde "no tienen barreras y se les permite contratar a los profesores que quieran". Pero antes. como buenas "hormiguitas", seguirán alzando su voz para defender su futuro.