¿Manda el partido o la conciencia?

Tres parlamentarios del PSC han votado hoy fuera de la disciplina del partido y éste les ha pedido sus actas. En el PP hay voces que reclaman libertad de voto en la nueva ley del aborto, hoy mismo Cristina Cifuentes, aunque lo más seguro es que quien quiera ejercerlo se arriesgará a la multa correspondiente. La constitución afirma que el diputado no está sometido a "mandato imperativo" y el Tribunal Constitucional ha sentenciado que el escaño es del diputado y no del partido, aunque sobre la disciplina de voto, sus consideraciones han sido más nebulosas. Más clara es la constitución alemana que dice que el diputado sólo está sujeto a la conciencia, o la práctica de parlamentos como el británico o el estadounidense en donde los presidentes, con frecuencia, tienen que pelear cada voto de los suyos.

Es verdad que el parlamentario se presenta a unas elecciones defendiendo un programa y parece lógico exigirle que sus votos respeten su contenido. Pero qué sucede cuando el diputado se enfrenta a medidas sobrevenidas, que no figuraban en el programa. O cuando un compromiso electoral general, la reforma del aborto por ejemplo, se concreta en un proyecto que no comparte. En esos casos parecería lo más democrático que la decisión sea exclusiva del diputado sin que el partido pueda multarle o exigirle el acta.