¿Alguien responderá al cardenal homófobo?

El cardenal electo Fernando Sebastián ha declarado que la homosexualidad es una "deficiencia" que se puede normalizar con tratamiento. Como la hipertensión. Hace cinco días dijo que las mujeres que abortan "lo que buscan es quitarse del medio a sus hijos para disfrutar la vida" y calificó el matrimonio homosexual de "deficiencia no legítima". Es el mismo hombre, por lo demás, que en 2007 dijo que la Falange era un partido digno de apoyo electoral.

No nos preguntaremos de nuevo si no había en la Iglesia española otro merecedor de alcanzar la dignidad de cardenal. Pero sí cabe preguntarse si el papa Francisco, que se preguntó quién era él para juzgar a un homosexual, no debería reprobar este juicio público de Sebastián. Y si algún representante del gobierno no debería recordar al cardenal que nadie, y menos el representante de una institución financiada con dinero público, puede atentar contra la dignidad de las personas por su orientación sexual ni considerar "deficiencia no legítima" una ley aprobada por uno de los poderes legítimos de una democracia. No hacerlo sí que parecería una deficiencia como una catedral.