Razones para enamorarse de unas delincuentes

Netflix ya ha anunciado la fecha de estreno de la segunda temporada de otra de sus joyas, junto a 'House of cards'. Los nuevos episodios de 'Orange is the new black' llegarán a la plataforma online de televisión el próximo 6 de junio.

Los 13 capítulos de la segunda temporada de 'Orange is the new black' se lanzarán de una tacada, tal y como viene siendo habitual en Netflix que estrena sus series poniendo a disposición de sus espectadores las temporadas con todos sus capítulos para que sean ellos quienes decidan cómo y cuándo los ven, como si se tratase de un libro.

Esta forma de emisión es una de las principales razones por las que cualquier seriéfilo puede empezar a enamorarse de las delincuentes presidiarias de 'Orange is the new black'. No son pocos los espectadores de series que aman el enganchar un capítulo con otro hasta darse auténticos atracones, lo que en EEUU llaman binge-watching. Con este método, Netflix no solo deja atrás eso de que el espectador deba estar a tal hora de tal día para ver un nuevo episodio de su serie preferida, sino que deja anticuado también lo de esperar una semana -o más- para conocer el desenlace de una trama. Es un sírvete tú mismo en toda regla: lo quieres, lo tienes.

Pero en nuestro proceso de enamoramiento de 'Orange is the new black' hallamos más razones, muchas más para quedar prendados de esta ficción que narra la experiencia carcelaria de Piper Chapman (Taylor Schilling), que pasa de una vida acomodada a la de una prisión de mujeres, y cómo este hecho cambia su vida y la de quienes la rodean, tanto dentro como fuera de los muros de la prisión.

La serie, creada por Jenji Kohan, está basada en la novela autobiográfica de Piper Kerman, 'Orange is the new black: my year in a women's prison'.

La serie muestra todos los tópicos que ya hemos visto en una cárcel: funcionarios mal pagados y corruptos, putadas entre las internas, asesinatos ocultos, sexo homosexual entre presidiarias heterosexuales, masturbación, clanes y bandas dentro de la prisión... Todo lo que uno puede imaginar de una cárcel se lo encuentra en 'Orange is the new black'.

Pero a diferencia de cualquier otra ficción ambientada en una prisión, en 'Orange is the new black' el espectador, poco a poco, llega a comprender por qué sucede todo eso. Por qué una interna con novio o marido en el exterior es capaz de dejarse masturbar en los baños o en la capilla de la prisión por otra mujer. O por qué las blancas se juntan con las blancas, las latinas con las latinas y las negras con las negras.

En 'Orange is the new black' nos muestran personas privadas de su libertad, no delincuentes. El espectador puede quedar sobrecogido con la historia que hay tras muchos de sus personajes con la que es sencillo empatizar. Da miedo pensar en lo fácil que puede ser pasar de ser una persona bien integrada en la sociedad a una delincuente. "Estas mujeres son delincuentes y hasta las que tienen la pinta de más adorables aterrorizarían a una persona tan buena como tú", le dice uno de los funcionarios jefes de la prisión a una de las nuevas guardias que ha mostrado cierto apego o humanidad en el trato diario con las presidiarias.

El resto de la conversación y los consejos de este funcionario definen muy bien la visión que hay de las internas por parte de quienes deben velar por ellas: "Te ayudará no llamarlas por su nombre. Di solo 'interna'. Son todas iguales para ti, les recordará que no son personas", le aconseja a la chica. Sorprendida, ella responde con un "Son personas". A lo que él le recuerda que no, que no lo son: "No puedes pensar así. Son ovejas y nosotros le damos de comer y las llevamos de una sitio a otro. No son como tú, tú eres una mujer".

'Orange is the new black' tiene momentos duros nacidos de un brillante guion, más que de situaciones de violencia. Un guion que no destina a ningún personaje a ser un simple ornamento. Todos tienen una función, todos están en la serie para algo y sobre todos ellos se posa el foco de la cámara. Tras cada interna hay una historia personal que bien explica cómo ha podido acabar entre rejas. Jóvenes que fueron abandonadas por sus familias, veteranas que tuvieron que la vida les empujó a tomar una decisión drástica. También las hay que eligieron mal cuando pudieron elegir bien conscientemente. Ahora purgan su error.

Es el caso de la protagonista, Piper Chapman que debe enfrentarse a su nueva condición de convicta después de rehacer su vida, después de prometerse a Larry Bloom (Jason Biggs), un joven y bonachón escritor. Su delito, el narcotráfico. No, no es que Piper fuera la versión femenina de Pablo Escobar, tan solo conoció en el pasado a una mujer, Alex Vause (Laura Prepon) de la que se enamoró y terminó ayudándola en el negocio de las drogas al que ella sí se dedicaba. En la prisión no sólo le aparecen a Piper los fantasmas del pasado, sino que se reencontrará con Alex, que cumple condena allí.

Todo ello cimentado en un guion que te cautiva poco a poco, que no necesita crear misterio en torno a ningún personaje para que sigas enganchado a la serie. Tan solo va desvelando poco a poco qué hay tras cada uno de ellos. 'Orange is the new black' posee además, una simpleza visual que es de agradecer.

No hay grandes planos, ni movimientos de cámara raros, ni secuencias espectaculares. Sí buenas interpretaciones que logran que rostros muy corrientes se terminen clavando en la mente del espectador.

Por todas estas razones y más hay que marcar en el calendario la fecha del 6 de junio, la del estreno de la nueva temporada de 'Orange is the new black'. Por todas estas razones, hay que enamorarse de estas presidiarias, de unas delincuentes.