El gas ruso, protagonista de las sanciones

El consumo de gas en el noreste de Europa pasa en un 80% del suministro ruso. Suiza, Finlandia, Estonia, Lituania, Letonia, Bulgaria o la República Checa reciben el 100% de su suministro energético del gigante ruso.

Alemania Hungria y Croacia, una buena parte... cerca del 50 por ciento. España, Reino Unido, Irlanda o Dinamarca se suministran de otras fuentes. Esto puede dar una idea de las posiciones enfrentadas en el seno de la Unión Europea en cuanto a sanciones.

Si Europa aplica restricciones a Rusia, Moscú solo tiene que cerrar el grifo o inflar los precios hasta que resulte inviable el negocio. A eso se refería el ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov cuando hablaba del efecto boomerang que pueden tener las sanciones que amenazan con aplicar a Rusia por su papel en la crisis Ucraniana, la supuesta presencia militar rusa en Crimea o las acusaciones de que es Moscú quien está moviendo los hilos del conflicto.

Qué duda cabe que si Ucrania no se encontrase en uno de los lugares estratégicos más importantes del mundo, este conflicto no hubiera suscitado tanta atención. Política, económica y estratégicamente Rusia perdería buena parte de su control y sus rutas comerciales hacia Occidente además de ser un punto clave para su seguridad nacional.

Para Moscú el mar negro es vital para la exportación de su gas a Europa y además tiene tres bases navales en las costas del Mar Negro. Dos en territorio ucraniano, Sebastopol y Odesa gracias a un acuerdo firmado en vigencia hasta el 2042 a cambio de que suministre gas a Ucrania.

Con respecto a Estados Unidos, si nos retrotraemos a la revolución Naranja de Ucrania, Estados Unidos la apoyó al igual que a los actuales opositores ya en el gobierno interino. No tiene mayor interés estratégico en el Mar Negro porque para eso ya tiene acuerdo puntuales con Turquía, Rumanía o Bulgaria. Argumenta su actitud y la amenaza de sanciones por su interés en fomentar el desarrollo de la democracia, pero quizás habría que mirar estos últimos distanciamientos con Rusia, en lo que se refiere a Siria, Irán o el más reciente Edward Snowden.