Cazados con unas copas de más

Con una clase política en horas bajas, pocos consideran a nuestros representantes públicos ejemplo de nada. Pero especialmente hiriente es que quien hace las normas se las salte.

Hemos visto cómo se ha banalizado con el tema del alcohol. Por ejemplo el expresidente José María Aznar en 2007 se burlaba de las campañas de la Dirección General de Tráfico (DGT) ironizando con aquel "¿Y quién te ha dicho a tí las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber? Déjame que las beba tranquilo, mientras no ponga en riesgo a nadie".

Son ya demasiados los políticos 'cazados' conduciendo con algunas copas de más. Miguel Ángel Rodríguez llegó a pedir perdón a la sociedad. El exportavoz del Gobierno cuadruplicaba la tasa de alcohol permitida cuando fue detenido en mayo de 2013.

Sonado fue también hace unos años el caso de Nacho Uriarte, entonces presidente de Nuevas Generaciones del PP, que además era miembro de la Comisión de Seguridad Vial del Congreso. Fue condenado a ocho meses de retirada de carnet y a una multa de 2.400 euros por conducir también con una tasa de alcohol superior a la permitida.

En 2010, Jesús Neira, presidente del Observatorio Regional contra la Violencia de Género en Madrid, lejos de arrepentirse, justificaba su positivo por haber mezclado "un poco de licor" con un medicamento y se negaba en rotundo a pedir perdón.

Los exalcaldes socialistas de Trujillo, en Cáceres, y de Siero, en Asturias, son otros ejemplos. José Antonio Redondo, al volante de su coche oficial, triplicaba la tasa de alcohol permitida y hablaba por el móvil. Juan José Corrales, tras estampar su vehículo oficial de madrugrada, intentó justificarse aduciendo una arritmia cardiaca.

También fue pillado el diputado del PP Vicente Ferrer, que en una ocasión había dicho de Zapatero que era un "timonel borracho".

Quien fuera el 'azote del botellón' en Santiago de Compostela, el concejal Ángel Espadas, ebrio, se quedó dormido en su coche delante de un semáforo. Dimitió, pero hasta el último momento contó con el apoyo de sus compañeros.

Estos son sólo algunos casos. Lamentablemente esta lista podría seguir y seguir.