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REPORTAJE

James Dean, actor de televisión que el cine inmortalizó

Pasó a la historia por sus trabajos en cine, pero se curtió y creció como actor gracias a la televisión

James Dean en una momento de 'Al Este del Edén'

"Ni siquiera pretendo ser el mejor. Quiero volar tan alto que nadie pueda alcanzarme. No para demostrar nada, sólo quiero llegar a donde se debe llegar cuando entregas tu vida entera y todo lo que eres a una única cosa". Lo dijo James Dean refiriéndose a su profesión, la de actor. El oficio al que entregó toda su vida y al que amó por encima de todo. Esa profesión fue para el joven Dean su evasión y su victoria. El teatro, la literatura, el baile... Todo aquello que acompañó su solitaria y triste niñez estaba comprendido en el oficio de actor. Para el rebelde sin causa de Hollywood, actuar era una manera de libertad. La más pura que él había conocido.

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Un spot publicitario para Pepsi. Ese fue el primer trabajo de James Dean como actor profesional. Y fue para televisión, el medio para el que más trabajó Dean. Durante toda su carrera el joven e irreverente Jimmy -como le conocían- estuvo profesionalmente unido a la pequeña pantalla.

Si Dean, como todos los actores de los años 50, han pasado a la historia de Hollywood por su trabajo en el cine no es porque no se dejaran seducir por la televisión. La de los cincuenta fue una década dorada para el séptimo arte y el brillo de los grandes estudios de Los Ángeles lo eclipsó todo... o casi. Actores y actrices compaginaban sus fastuosos trabajos en las carísimas superproducciones de cine con intervenciones en series de televisión que emitían las grandes cadenas norteamericanas como CBS, NBC o ABC que, prácticamente, iniciaban su andadura en este nuevo medio.

Las características de la ficción televisiva de aquella época permitían que afamados actores colaborasen en estos proyectos compartiendo plano con prometedores intérpretes. Se trataba de series de antología, ficciones en las que cada capítulo era independiente y en las que en cada episodio se contaba una historia con unos personajes que nada tenía que ver con el anterior.

Más de una treintena fueron los trabajos que James Dean desarrolló para televisión en infinidad de este tipo de programas. Personajes todos ellos episódicos, con menos peso al principio, con más al final, cuando el joven se comenzaba a convertir en todo un icono para la juventud norteamericana de mediados de siglo.

Infancia complicada, su primer contacto con Los Ángeles

Ni el éxito, ni el dinero ni la fama hicieron de James Dean una persona de fácil trato. Tampoco lo pretendía ni tampoco estaba dispuesto a sonreír a quienes le podían abrir puertas en su carrera: "En este negocio no te ayuda nadie. Puedes estar agradecido a alguien por abrirte los ojos a ciertas cosas y, en correspondencia, tú puedes abrírselos a otro. Pero todo lo consigues sólo por ti mismo", declaró Dean en una ocasión. En otra, sus palabras marchaban en el mismo sentido: "Nadie ha hecho nunca nada por mí. No le debo nada a nadie".

Siempre se sintió solo. Resultaba huidizo para quienes compartían con él su tiempo. No lograban comprender su carácter. Esto no les impedía sentir que aquel muchacho tenía algo de especial. Lo percibió Elia Kazan, legendario cineasta y uno de los fundadores del prestigioso Actor's Studio de Nueva York. Kazan le abrió de par en par las puertas de este centro de formación actoral único y le brindó la oportunidad de debutar en el cine como actor de reparto en 'Al este del edén' (1955). Hasta entonces, Dean había pasado por cuatro películas como extra o figuración especial.

Esos años, los que van de 1951 a 1955 son los que configuran la carrera actoral de James, en los que pasa por escenarios de Broadway, en los que rueda su tres grandes películas ('Al Este del Edén', 'Gigante' y 'Rebelde sin causa') y en los que hará de la ficción televisiva su manera de ganarse la vida y su mejor gimnasio como actor.

Mucho antes de todo esto, la vida de James Dean transcurrió en entornos rurales norteamericanos. James nació el 8 de febrero de 1931 en la ciudad de Marion, en el estado de Indiana. Nunca fue querido. Para su padre, Winton Dean -un técnico de dentista-, fue un error que arrastraría toda su vida.

Su madre, Mildred, fue otra víctima del error de su padre que la vio como mujer de una sola noche y se vio condenado a emprender una vida junto a ella y el crío que esperaba. Winton jamás sintió ningún tipo de afecto ni por su esposa ni por el fruto de aquella noche de pasión, James.

Esta fue la razón por la que James creció muy apegado a su madre. Ella le abrió de par en par las puertas de la cultura: le enseñó a leer, le transfirió el gusto por el ballet y le convenció para recibir clases de violín. Este tipo de aficiones que acercaban a James con su madre lo apartaban del resto de chicos de su edad que, en esa zona, lo empezaban a ver como un bicho raro.

Con 6 años, el matrimonio Dean se mudó a la ciudad, a Los Ángeles. Ante el continuo desprecio de su padre, James se unía más a su madre. Aquella ciudad era una liberación. El espíritu de la cultura les rodeaba y James era todo lo feliz que podía ser un niño que solo tenía en el mundo a una persona: su madre. Ella desapareció en 1940, víctima de un cáncer. James tan solo contaba 9 años.

En uno de los pasajes más crueles de la vida de James, su padre lo montó a él y el ataúd con el cuerpo de su madre en un tren. El destino Fairmount, un pueblecito también del estado de Indiana en el que debía enterrar a su madre y quedarse a vivir con sus tíos, Marcus y Hortense Winslow, que se encargaron de su educación y le dieron todo el amor que James precisaba.

Así fue como James abandonó la ciudad que poco más de una década después escribiría su nombre en la historia del séptimo arte.

Los primeros pasos de Dean como actor: la televisión

En este pueblo conoció al reverendo De Weerd, un tipo con el que podría hablar de cine, música, teatro, literatura... De Weerd fue para el adolescente James, probablemente, la persona más importante. Él le afianzó en su idea de convertirse en un artista, de sacar afuera todo lo que tenía, pese a estar rodeado de vacas y campo: "Me gustaba salir a asustar a las vacas con la moto. Echaban a correr, con las ubres meándose y perdían un litro de leche", contó Dean sobre su etapa en Fairmount.

De esta manera, James Dean volvió a marchar hacia Los Ángeles. Acababa de cumplir 18 años y esta ciudad no lo trató bien en su intento de ser actor. Se llevó únicamente la amistad -quizá algo más- de Roger Brackett, quine años mayor que James e hijo de un productor de cine. Su contacto fue vital para que James cambiara Los Ángeles por Nueva York y el Actor's Studio.

En la Gran Manzana arrancaba la carrera de James como actor. Apenas tenía 20 años: "Me sobrecogió. Pasé las primeras semanas tan confuso que me limité a pasear por las dos manzanas más próximas a mi hotel (el Iroquois), cerca de Times Square. Veía tres películas al día para escapar de la soledad y la depresión". Siempre se sintió solo y ello formó su carácter.

En marzo de 1951 James debuta como actor en una de esas series de antología, 'Family Theater'. Como muchas otras, son ficciones que nacen en radio y terminan pasando a la pequeña pantalla.

Fue en el episodio emitido el 25 de marzo, por título 'Hill Number One' (ver vídeo superior). En él da vida al apostol Juan. Se trataba de una narración sobre los apóstoles de Jesús pocos días antes de su crucifixion, pero versionada y ambientada en la II Guerra Mundial y en una compañía del ejército de EEUU. Dean no tiene gran peso.

En ese mismo año, 1951, Dean también aparecerá en el episodio 4 ('TKO') de la segunda temporada de 'The Bigelow Theatre'. Una serie de antología de la que CBS emitió 27 episodios y 15 la cadena DuMont. Tenían una duración de 25 minutos.

En el citado capítulo, Dean interpretaba a Hank, un joven boxeador al que su manager pretendía convertirlo en una estrella de ese deporte.

También en 1951, el 7 de diciembre, Dean dio vida a Randy en el episodio 8 ('Jackie knows all') de la segunda temporada de la sitcom de la ABC 'The Stu Erwin Show' (terminó llamándose'Trouble with Father'). Clásica comedia que dibujaba a una prototípica familia norteamericana de clase media de los años 50. Se emitieron 5 temporadas, de 1950 a 1955, con un total de 128 episodios de algo más de 25 minutos de duración. Hasta ese momento, era el trabajo más importante de un James Dean que a duras penas obtenía personajes de mediano peso en la trama.

En 1952 llegaría su primera participación en 'Studio One'. Se trató de una ficción televisiva de gran éxito que se mantuvo en emisión de 1948 a 1958 con 466 episodios emitidos. Ficción de antología, con tramas y actores diferentes en cada capítulo.

James Dean encarnó 3 personajes diferentes en cada uno de los 3 episodios en los que participó ya con papeles de importancia: 'Ten Thousand Horses Singing (marzo de 1952)', 'Abraham Lincoln' (mayo de 1952) y 'Sentence of Death' (1953).

En junio de 1952, Dean apareció en el episodio 25 de la temporada 1 de una de las ficciones más longevas -si no la más- de la televisión estadounidense: 'Hallmark Hall Of Fame', serie de antología que de 1951 a 1978 se emitió en la NBC y que desde entonces ha pasado por CBS, PBS y ABC. Sigue en el aire aunque no se emite de manera regular, sino ocasional. Ochenta premios Emmy y 9 Globos de Oro avalan a esta ficción que, como era frecuente en la televisión de los años 50, llevó por nombre el de su patrocinador: Hallmark Cards , una compañía de tarjetas de felicitación.

Al año siguiente, 1953, James Dean tomó parte del episodio 37 de la segunda temporada de una de las series más revolucionarias de la televisión en aquel entonces: 'Tales of Tomorrow'. La serie de la ABC se convirtió en referencia de los relatos de ciencia-ficción. En dicho episodio, 'The evil within' (ver vídeo inferior), Dean daba vida al joven químico Ralph, uno de los tres personajes que participaban.

Las intervenciones de James Dean en series de televisión se incrementaron considerablemente en 1953. Todos sus personajes fueron episódicos, algo normal en aquel tipo de modelo de ficción de la época. En ese año apareció en 'The big Story' (NBC), 'Omnibus' (CBS), 'Campbell Playhouse' o 'Kraft Television Theatre' (NBC)... entre otras. Proyectos en los que Dean podía aunar televisión y teatro, pues muchas de aquellas series no eran más que obras dramáticas llevadas a cabo delante de cámaras de televisión.

Éxito y muerte de quien soñó vivir para siempre

"Sueña como si fueras a vivir para siempre. Vive como si fueras a morir hoy". Máxima atribuida a un Dean al que en 1955, Elia Kazan da su primera gran oportunidad en el cine protagonizando 'Al Este del Edén'. El foco de la fama se posó sobre Dean para no abandonarlo nunca más. Él siguió manteniendo esa personal postura de no agradar por agradar, de no fingir ser quien no es, de no formar parte de esa industria que eleva y derriba mitos con total impunidad y crueldad.

"He venido a Hollywood a actuar no a caer bien a la sociedad. El artista objetivo ha sido siempre un incomprendido. Es probable que me hiciera falta un asesor de comunicación, pero es que no me importa lo que se escriba sobre mí. Hablaré con los periodistas que me apetezca y los otros... que publiquen lo que quieran", comentó a un periodista en una entrevista. No sólo su relación con la prensa era manifiestamente mejorable, también con los peces gordos de los estudios. Se cuenta que James Dean no acudió al estreno de 'Al Este del Edén', que prefirió ir a esa misma hora a verla en otro cine, refugiado en la soledad del anonimato. Una soledad que siempre le acompañó.

1955 sería el mejor año de la carrera de James. También sería el último. En los meses anteriores, Dean había aparecido en varias series de televisión, especialmente en 'Danger', serie de antología de la CBS que se alargó durante 5 temporadas con más de 240 episodios. En cuatro de ellos apareció James Dean: 'No room' (1953), ' Death Is My Neighbor (1953)',' The Little Woman' (1954) y 'Padlocks' (1954).

La última aparición televisiva de este genio incomprendido fue en 'Crossroads', serie de antología de la ABC cuyos capítulos (78 en total) se centraban en historias relacionadas con miembros del clero de distintas religiones. 'Broadway Trust' fue el nombre del episodio en el que apareció James Dean por última vez en televisión. Era el número 6 de esta serie y se emitió el 11 de noviembre de 1955, mes y medio después de que James Dean perdiera la vida en una carretera de California.

James amaba la velocidad y los coches. Era una afición adquirida de su etapa adolescente cuando él y el reverendo De Weerd asistían a las carreras disputadas en el circuito de Indianapolis. Las carreras de coches eran una buena metáfora de cómo James entendía la vida: conducir en soledad su propio destino, velocidad, riesgo y victoria.

En 1955 James Dean rodó 'Rebelde sin causa' y 'Gigante'. En los contratos para ambas películas, los estudios obligaron a Dean a firmar una cláusula que le impedía disputar carreras de coches. A modo de consuelo, Dean adquirió en esos meses de rodaje un Porsche 550 Spyder al que llamó 'Little bastard' ("Pequeño Bastardo"), tal y como él se consideraba a sí mismo.

Al volante de su joya automovilística James Dean perdió la vida el 30 de septiembre de 1955. Paradojas de la vida, Dean conducía su 'Little bastard' a una velocidad moderada sin poder evitar que estudiante al volante de un Ford se estrellara contra él. Se rompió el cuello y murió sobre la carretera. Tenía 24 años. Nacía el mito.

Ni un mes después se estrenaba 'Rebelde sin causa', filme que lo encumbraría como símbolo de una generación de jóvenes descontentos con la sociedad complaciente y conservadora de los años 50. Dean y su personaje en aquella película, Jim Stark, eran la encarnación del sentimiento de miles de jóvenes norteamericanos. Fiel a su filosofía interpretativa ("Cuando sabes que un personaje puede dar algo más y no sabes bien qué es, tienes que buscarlo; caminar por la cuerda floja"), James Dean creó un personaje que trascendió de la pantalla a la sociedad. Este trabajo le valió una nominación al Bafta como mejor actor.

En 1956 se estrenaría 'Gigante', película con la que recibió su segunda nominación al Oscar y ganó el Globo de Oro.Antes, con 'Al Este del Edén', consiguió la nominación al Oscar y al Bafta por su interpretación. Todo ello le llegó tras su muerte. No son más que reconocimientos para alguien que nunca los buscó. Lo que siempre guio el camino de este muchacho fueron su ansias de libertad en pro de la búsqueda de un sueño, de un destino: "No puedo cambiar la dirección del viento, pero sí ajustar mis velas para llegar siempre a mi destino".

 
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