Yo dimito

Tengo la convicción de que muchos de ustedes están -como yo- al borde del colapso con el tema del ébola. Un poco hartos por el bombardeo de noticias, que es lo que tienen los grandes tsunamis informativos, y también bastante irritados por cómo las autoridades sanitarias y políticas están gestionando la crisis. Pero ya lo último, lo máximo (lo siento, tengo que decirlo) es lo del perro, lo del pobre "Excálibur" que sin comerlo ni beberlo se ha convertido en una estrella mediática.

Que nadie se ofenda por la literalidad de la frase, pero no puedo evitar que me venga a la cabeza aquel proverbio chino que dice: "cuando el dedo del sabio señala la luna, los imbéciles se quedan mirando al dedo". Insisto, que nadie se moleste, lo del proverbio es un simple recurso, pero vamos a ver: tenemos una epidemia global, con miles de muertos e infectados en África a la que apenas le prestamos atención; montamos todo un sacramental cuando descubrimos los primeros enfermos aquí en casa; las autoridades naufragan a la hora de transmitir un mínimo de tranquilidad, hay psicosis, hay miedo, circulan bulos apocalípticos por Internet... y además fabricamos un héroe de cuatro patas con nombre de espada legendaria. Si se puede dimitir de entender qué nos está pasando, pues yo, sinceramente, dimito.