Un día después... De la preocupación a la sonrisa y del dicho al hecho

Hace una semana, la crisis del ébola pintaba muy mal y la vicepresidenta con gesto grave y tono de urgencia se echaba la carga a la espalda y anunciaba la creación de un comité especial para la gestión de la crisis "presidido por mí".

Siete días después de que ella tomara el mando, el Gobierno cree tener la crisis encauzada. El gesto y el tono de la vicepresidenta cambiaban de manera radical. Una enorme sonrisa se instalaba en en su cara y en su voz cuando anunciaba que Teresa Romero estaba mejor y que los test de las personas ingresadas habían dado negativo.

Pero el gesto y el tono volvían a cambiar cuando le tocó responder a preguntas difíciles. Hasta tres veces tiraba Sáenz de Santamaría del comodín habitual de los portavoces del Gobierno: "desde la mesa del consejo de ministros no voy a valorar decisiones de otros", señalaba rotunda. Minutos después, ante otra pregunta, insistía: "yo aquí no hago valoraciones de lo que tienen que hacer los partidos".

Sus palabras describen cuál es la teoría porque en la práctica los portavoces del gobierno hablan de lo que quieren. Después de decir eso de que no habla de los partidos, la vicepresidenta criticaba la actitud de PSOE en la crisis del ébola: "si un miércoles uno se levanta en la tribuna del Congreso y dice que no va a hacer críticas porque la salud es lo primero y luego hace críticas, es que la salud ha dejado de ser lo primero. Y, aunque había asegurado que no valora decisiones de otros, cargaba contra las de Artur Mas: "tengo la sensación de que a quien le corresponde manejar las decisiones de la Generalitat no sabe expresamente qué escenario está buscando".

De lo que no habló fue del PP y lo que no valoró fue lo que tenía que hacer su partido con Rodrigo Rato. "Del dicho al hecho hay un gran trecho", dice un refrán perfectamente aplicable a las estrategias de los portavoces.

La última rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, la de ayer, fue cortísima: veinticuatro minutos de los que -eso sí es de aplaudir- la mayoría, diecinueve, fueron para las preguntas de los periodistas.