Un día después... Honorabilidad y ejemplaridad
El gobierno presume de sus medidas contra la corrupción en pleno aluvión de escándalos por uso indebido de dinero público. A un mes de la entrada en vigor de la ley de transparencia comprobamos que no servirá para acabar con la opacidad en el Congreso y el Senado
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, durante la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros / Ballesteros (EFE)
Madrid
En pleno estallido de escándalos por el uso indebido de dinero público, fue llamativo escuchar a la vicepresidenta presumir de las medidas del gobierno para luchar contra la corrupción. “Nosotros hemos introducido el concepto de la honorabilidad y la ejemplaridad en la función de los altos cargos de la Administración General del Estado”. Honorabilidad y ejemplaridad en las que, por tanto, no entran ni los diputados ni los senadores, que no son altos cargos.
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Un día después... Honorabilidad y ejemplaridad
Gracias a Sáenz de Santamaría caímos ayer en que la ley de transparencia no afectará al Congreso y al Senado y, por tanto, aunque entre en vigor dentro de un mes, no podremos pedir el detalle de los viajes de sus señorías. “El control del poder legislativo sabe que lo ejercen ellos mismos a través de los Reglamentos de las cámaras”, recordaba la vicepresidenta. Y esos reglamentos seguirán como están hasta que los propios diputados y senadores se pongan de acuerdo para cambiarlos, algo nada fácil.
Tampoco debe ser fácil para la vicepresidenta buscar una respuesta diferente cada viernes a la misma pregunta repetida varias veces por sesión. “Qué va a hacer el gobierno si finalmente el señor Artur Mas siguen adelante con la consulta”. Por suerte para Sáenz de Santamaría, no volverá a escuchar a esta pregunta porque el viernes que viene ya habrá pasado el 9N y la pregunta será otra. En todo caso, no respondió a si tomará medidas contra el president catalán.
Sí le oímos pronunciar, por supuesto, la frase que nunca falta: “El gobierno respeta las decisiones judiciales”, frase en esta ocasión, aplicada a la Infanta que solo sonó una vez en los 32 minutos de rueda de prensa. Muy buena distribución del tiempo, por cierto: el doble para las preguntas que para la introducción de la vicepresidenta.
