Cornellà fue un mero trámite para el líder

Saltó el Barcelona al césped del Power 8 Stadium como viene acostumbrando en sus últimas actuaciones: en modo apisonadora. Los azulgranas asfixiaron en la presión a los hombres de Sergio González, que no eran capaces de avanzar más allá del círculo central con el balón controlado. Como ya hiciese en Sevilla y París, el Barça comenzó a avisar desde los albores del choque. Primero tras una jugada vertiginosa en la que Neymar, tras una buena pared con Rafinha, se encontró con Casilla, que intervino para evitar que los visitantes abriesen la lata prematuramente.

A renglón seguido, de nuevo el guardameta se vio obligado a intervenir, esta vez para atrapar un cabezazo picado de Luis Suárez. Pese a no acertar de cara a gol, el líder no desistió y siguió mostrando su superioridad, hasta que Neymar, tras fallar un mano a mano con Casilla, consiguió perforar la portería españolista. Fue en una jugada para enmarcar, que nace de las botas del arquitecto de este Barça: Lionel Messi.

El argentino se inventó un pase de 40 metros a Jordi Alba, que entró como una exhalación por el flanco izquierdo para asistir de primeras al corazón del área. Allí entraba Luis Suárez, que dejó pasar el cuero para que le llegase franco a Neymar, quien con todo a favor, esta vez sí, inauguró el marcador.

Sin reacción por parte de los locales, el Barcelona siguió sin dar opción a un Espanyol que inquietó por primera vez a Bravo al filo de la media hora de encuentro, con un disparo de Caicedo que se marchó muy alto. Quien se mostró más fino fue Messi, que encontró el hueco para batir a Casilla desde la izquierda, culminando una gran jugada trenzada entre Iniesta y Luis Suárez, pero con cierta polémica debido a que el uruguayo parece estar ligeramente adelantado cuando recibió el envío del manchego. Pese a la duda de si el gol era legal o no, el marcador sí hacía justicia a lo reflejado sobre el césped.

En los compases finales del primer tiempo, los locales reaccionaron tímidamente, pero no consiguieron inquietar a Bravo, mientras que en la otra orilla, Casilla volvía a evitar un nuevo tanto culé tras una conexión sensacional entre Neymar y Luis Suárez. El charrúa, que no consiguió ver puerta, fue uno de los más activos del tridente ofensivo azulgrana y constantemente se asoció con el brasileño y con Messi.

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En la reanudación, el Espanyol salió con una marcha más, adelantó las líneas y en tres minutos creó más peligro que en los 45 minutos precedentes, con dos saques de esquina consecutivos, aunque sin conectar entre los tres palos. Sí lo hizo Neymar en un mano a mano ante Casilla, pero el guardameta salvó la ocasión despejando con el rostro el remate del brasileño.

Con el paso de los minutos comenzó a aparecer la fatiga en las piernas de los hombres de Luis Enrique, que ya no mordían como en la primera mitad, pero que no sufría para contener a los pericos. Y con el choque en riesgo de ser conquistado por el tedio, Mateu Lahoz decidió entrar en acción. El colegiado decidió expulsar a Jordi Alba después de que el lateral izquierdo simplemente protestase una acción concreta.

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Con diez, rápidamente Messi se lanzó en busca de dar la puntilla al encuentro, pero la madera impidió al argentino aumentar su cuenta goleadora. Esta fue la última ocasión remarcable del derbi catalán en el Power 8 Stadium, que tuvo un claro color azulgrana debido a la inoperancia del Espanyol en el primer acto y en el que cuando dispuso de la oportunidad de llegar a las inmediaciones de Bravo, lo hizo sin peligro ni fe.

Lejos quedan los 'Tamudazos' y las tardes en las que los culés se atascaban ante su vecino. Y es que un año más, el Barcelona consiguió salir de Cornellà con puntos en el zurrón. Unos puntos claves de cara a la conquista del título liguero.