Miro por ultima vez al enjambre de mujeres y niños que esperan en la frontera. Hasta pronto Siria
Los refugiados de Siria quedan atrapados anhelando su sueño: salvar su vida dirigiéndose a un futuro incierto
Beirut
Nunca he visto aflorar tantos sentimientos regados de lágrimas en una oficina. En las instalaciones de UNRWA en Damasco es muy difícil mantener la calma, las llamadas personales irrumpen a cada rato. Son siempre malas noticias sobre algún familiar, el hijo de un amigo o un vecino. Todo lo que he visto o escuchado a lo largo de estos días se reproduce en el microcosmos de la sede central de la agencia en Siria. No son inmunes al conflicto.
Los trabajadores de la agencia, más de cuatro mil, son descendientes de los refugiados del 48 [que huyeron o fueron expulsados de Palestina por milicias o tropas israelíes en 1948, y a los que no se les ha permitido volver a su casa]. Sus familias llevan décadas asentadas en Siria, en campos de refugiados. Afrontan la crisis como cualquier otro refugiado, con la única ventaja de no haber perdido su fuente de recursos. Mantienen todos los servicios, son conscientes de que durante éste y otros muchos conflictos, se convierten en los únicos pilares de su comunidad.
Su compromiso con la educación, la posesión más valiosa de los palestinos, les ha permitido convertirse en profesores, médicos, ingenieros y otras tantas profesiones que les han llevado a ir ocupando los puestos de trabajo de la Agencia.
Es físicamente imposible mantener la presión emocional sin desarrollar enfermedades o necesitar apoyo psicológico. "Tengo hipertensión desde que comenzó la guerra, cada dos meses tengo que ir al hospital", me cuenta una compañera de la Agencia. No siento nada, ni alegría ni tristeza", afirma otra. "He visto morir a tanta gente, he escuchado tantos dramas que estoy completamente bloqueada" añade.
No sólo irrumpen las llamadas personales, también las de emergencias desde cualquiera de los campos de refugiados que se encuentran a lo largo del país, "tenemos personal atrapado entre fuertes combates", "ha habido una explosión, hay muertos y heridos, algunos son niños" van informando.
Desde el 2012, 107 trabajadores de UNRWA han estado detenidos o desaparecidos durante periodos determinados. De 24 de ellos se sigue hoy sin saber nada. 14 han perdido la vida mientras trabajaban.
A cada paso se percibe una gran camaradería, un claro vínculo con su comunidad, son los motores de UNRWA, ellos mejor que nadie conocen las necesidades que padecen los refugiados de Palestina. Aunque muchos permanecen en los campos asediados o entre fuertes combates, mantienen los servicios de la agencia intentando buscar la mejor manera de responder bajo grandes dificultades. No obstante, a veces resulta muy frustrante. Hasta la fecha hemos recibido solo el 20% del presupuesto necesario para cubrir la emergencia de este año. Las necesidades son ingentes, los recursos limitados.
Me marcho de Siria con una tristeza infinita por todo lo que he visto. Con gran impotencia por lo poco que se escucha la agonía de los refugiados una vez que cruzas la frontera.
Tras más de una hora, apretada entre la gente que trata de llegar al mostrador e intentando no empujar a las decenas de niños que se aferran a las piernas de sus madres, consigo que me estampen el sello para cruzar la frontera. Acabo mareada por el calor que se concentra en la sala, por las discusiones y la tensión que se respira. Una vez fuera, miro por ultima vez al enjambre de mujeres y niños que esperan fuera. Ahí quedan, anhelando desesperadamente cumplir su sueño, que no es otro que salvar su vida dirigindose hacia un futuro incierto, pero al menos alejado de la violencia.
Hasta pronto Siria.