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Blatter, un estratega inmune a las crisis

Un repaso a los escándalos en la FIFA, organismo que preside Blatter desde 1989

Cuarenta años en la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), diecisiete de ellos como presidente y que serán 21 tras ser reelegido el viernes para un nuevo mandato hasta 2019, hacen de Joseph Blatter un hombre curtido en mil batallas.

Puede que por eso el escándalo que ha sumido a la FIFA en una profunda crisis de credibilidad y que lleva tres días ocupando portadas y minutos de televisión no le ha hecho perder la calma, pese a ponerle de nuevo en el centro de todas las miradas y como diana de infinidad de críticas.

El hombre que se pasea por medio mundo con honores casi de jefe de Estado, que es recibido de tú a tú por los más altos dignatarios y que es capaz de sorprender a la cantante colombiana Shakira con una particular versión del baile del célebre "Waka Waka" es, por encima de todo, un hombre de negocios que ha convertido la FIFA en una máquina de hacer dinero y en un gigante que no se viene abajo fácilmente, ni siquiera en una situación como la actual.

"Tiene capacidad para hacer que la gente sea dependiente, pero no en un sentido que esas personas lamenten. Esas personas saben lo que tienen con Blatter y no saben qué tendrían con otro", contó a la AFP una fuente próxima a la organización sobre el carácter del líder de la FIFA.

Sucesión de escándalos

Su presidencia ha estado marcada casi desde el día uno por escándalos y guerras internas.

Fue elegido en 1998 como reemplazo de su mentor, Joao Havelange, y desde entonces tuvo que luchar por imponerse como autoridad en una organización acostumbrada a veinticuatro años de liderazgo del brasileño.

Sobre aquel proceso de 1998, el británico David Yallop escribió un libro, "Cómo han amañado el partido", acusando al equipo de Blatter de prácticas corruptas para asegurarse la victoria sobre el otro candidato, el sueco Lennart Johansson, entonces presidente de la UEFA.

Tuvo un duro reto en 2002 para conseguir la primera reelección, al encontrarse con ataques de varios miembros de su Comité Ejecutivo y del entonces secretario general, Michel Zen-Ruffinen, que hablaron de manipulación de las cuentas del organismo e irregularidades financieras.

Ganó sin problemas (139 votos contra 56) a su rival de aquella elección en Seúl, el camerunés Issa Hayatou, presidente de la Confederación Africana de fútbol (CAF).

En 2006, otro libro procedente de Inglaterra, de Andrew Jennings con el título "Tarjeta roja", abordaba de nuevo la corrupción de la 'era Blatter' y su publicación incluso llegó a ser prohibida en Suiza judicialmente.

Nadie impidió la reelección en 2007, donde fue candidato único, pero hace cuatro años, en el 61º Congreso en 2011, la corrupción fue tema de pasillos y debates antes de la reelección del suizo.

El que iba a ser su rival, el catarí Mohammed Bin Hamman, se vio forzado a retirarse unos días antes de la votación, después de un caso de corrupción por pago de sobornos.

Un capitán en la tormenta

Blatter concurrió en solitario a las elecciones y se autoproclamó "capitán en la tormenta". "¿Crisis? ¿Qué crisis?", dijo entonces, en una de sus frases más recordadas, que bien podría repetir en esta ocasión, donde la corrupción ha vuelto a marcar el desarrollo del Congreso y ha hecho que éste tenga lugar en un momento muy complicado.

En los últimos años las sospechas por corrupción en la atribución de sedes de los Mundiales de Rusia-2018 y Catar-2022 ha sido uno de sus grandes quebraderos de cabeza.

El autor del informe encargado para evaluar la limpieza del proceso, el estadounidense Michael Garcia, llegó a dimitir el pasado mes de diciembre en desacuerdo con las conclusiones efectuadas de su estudio por la propia FIFA.

En el nuevo mandato tendrá una ardua tarea para mejorar la imagen de una organización a la que este exdirectivo de la Federación Suiza de Hockey de Hielo entró en 1975, cuando era director de Relaciones Públicas y Deportes de la marca de relojes Longines.

Desde 1975 está en la FIFA, primero como director técnico hasta 1981 y luego como secretario general hasta 1998, cuando ascendió a la presidencia.

Cuando termine su reinado en 2019 tendrá entonces 83 años. Quién sabe si este anciano incombustible, incansable ante las reuniones y las horas de vuelo, podrá seguir entonces adelante.

 
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