La bielorrusa Svetlana Alexievich, premio Nobel de Literatura 2015
Por primera vez el Nobel premia el reportaje periodístico
Madrid
Alexievich sonaba con fuerza en las casas de apuestas y en Estocolmo y había recibido el aval, entre otros, de Maria Schottenius, exjefa de Cultura de Dagens Nyheter, principal diario sueco, y que ya había acertado de antemano los ganadores en 2008 y en 2009, entre acusaciones veladas de haber recibido información privilegiada.
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Cuando le entregaron el Premio de la Paz de la feria del libro de Fráncfort, quien hizo su laudatio aseguró que su obra "trata de la crónica ruso-soviética: revolución, gulag, guerra, Chernóbil... la caída del imperio rojo". Sus novelas siempre tienen como narrador al hombre corriente, que ella considera "el grano de arena en la Historia. Aquel a quien nunca se pregunta, ese que desaparece sin dejar rastro, llevándose sus secretos a la tumba”. La periodista dice que habla “de aquellos que no tienen voz”: “Los oigo, los escucho, los comprendo. La calle es para mí un coro, una sinfonía. Es infinitamente triste cómo todo se puede decir, susurrar y gritar en la nada".
Pocas obras suyas han sido traducidas al español. Voces de Chernobil fue editado en 1991. Es una obra sobre las consecuencias del desastre nuclear, en la que los protagonistas son quienes lo vivieron y para la que estuvo reuniendo testimonios durante 20 años.
Su elección implica premiar por primera vez con el Nobel el reportaje periodístico, un género que podría haber sido reconocido ya en 2007 en la figura del polaco Ryszard Kapuscinski, si no hubiera muerto justo ese año, especulan medios suecos.
A lo largo de esta semana se han concedido cuatro premios Nobel. Al de Literatura, hay que sumar el de Medicina, el de Física y el de Química. El lunes se distinguió el trabajo del japonés Satoshi Omura y el irlandés William C. Campbell en la lucha contra las infecciones parasitarias y a la china Tu Youyou por descubrir una nueva terapia contra la malaria. El martes se conoció que el japonés Takaaki Kajita y el canadiense Arthur B. McDonald eran premiados por descubrir que los neutrinos tienen masa. Por último, este miércoles el sueco Tomas Lindahl, el estadounidense Paul Modrich y el turcoestadounidense Aziz Sancar consiguieron el galardón por haber mapeado a nivel molecular cómo las células reparan el ADN dañado para salvaguardar la información genética.