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¿Y si el Omega 3 no fuera la panacea contra las enfermedades del corazón?

Un estudio publicado en 'Science' echa por tierra las teorías que defendían en los años 70 que incorporar ácidos grasos a la dieta protege el corazón

El pescado es una fuente de Omega 3. / GETTY IMAGES

Madrid

En el día en el que la Organización Mundial de la Salud alerta de que el consumo excesivo de la carne roja y procesada puede provocar cáncer hemos conocido un estudio publicado en la revista Science que pone en duda uno de los mantras más repetidos de la alimentación sana desde los años 70: las bondades del consumo de Omega 3 para la prevención de las enfermedades cardiacas.

La recomendación de incorporar este ácido graso poliinsaturado comenzó a hacerse habitual cuando, en la década de los años 70, un grupo de investigadores daneses concluyó que los ácidos grasos Omega-3 que se encuentran en el pescado eran un buen protector para nuestro corazón. Llegaron a esta conclusión tras estudiar la dieta del pueblo inuit, que habitan en las tundras del norte de Canadá, Alaska y Groenlandia

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La dieta de los inuits es una de las más extremas de la Tierra por las características del territorio en el que viven; no cultivan frutas ni verduras ni cereales. Su alimentación se basa en la caza, en concreto, de ballenas, focas y peces. A pesar de comer tanta carne grasa y pescado, entre los inuits es muy raro que haya ataques cardíacos.

Por eso los investigadores recomendaron comer más pescado para ayudar a prevenir enfermedades del corazón, pero ahora un estudio publicado en la revista Science explica que los escasos infartos entre los inuits tienen que ver con su adaptación genética para metabolizar el Omega 3 y otros ácidos grasos. El efecto de la evolución en el cuerpo de los inuits es la reducción de su altura y su peso. Es decir, que una dieta rica en Omega 3 en la población general no implica que proteja frente a las enfermedades del corazón como sí lo hacen entre los Inuts porque han evolucionado para metabolizarlos.

Rasmus Nielsen, genetista de la Universidad de Berkeley (California) y autor de este estudio, asegura que "la misma dieta puede tener diferentes efectos en diferentes personas" y recuerda que "la comida es una fuerza poderosa en la evolución".  El doctor Nielsen y sus colegas creen que esta adaptación podría haber surgido ya hace 20.000 años, cuando los ancestros de los inuits vivían en la región de Beringia, a caballo entre Alaska y Siberia.

Este estudio puede acabar con la idea de que el Omega 3 es la panacea para las enfermedades del corazón, ya que la evolución y la carga genética son la clave.

 
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