El hombre que inmortalizó ‘La Deriva’

Madrid

La Real Academia Española (RAE) ofrece en su diccionario varias acepciones para la palabra ‘deriva’. En el ámbito marino, deriva se entiende como el abatimiento o desvío de la nave de su verdadero rumbo por efecto del viento, del mar o de la corriente. En el geológico, si hablamos de deriva hablamos de un desplazamiento lento y continuo de las masas continentales sobre un magma fluido en el curso de los tiempos geológicos. Luego está la expresión ‘a la deriva’, que la RAE define como sin dirección o propósito fijo, a merced de las circunstancias o, si hablamos de navegación, a merced del viento.

Hablando de derivas, Vetusta Morla, en una de sus letras más conocidas, dice “nunca saber dónde puedes terminar”. No ha sido en Copenhague, pero la deriva de Vetusta Morla ha terminado con dos noches de lleno en el BarclayCard Center, el Palacio de los Deportes de Madrid, ante cerca de 24.000 personas congregadas en dos días. En este desplazamiento, ‘lento y continuo’ si nos atenemos a las definiciones de la Real Academia, Vetusta Morla se ha convertido en un fenómeno de masas en el panorama de la música independiente –recordemos que la banda se autoedita sus trabajos–.

Y Vetusta Morla es también un fenómeno inmortal. No solo por su música, que ya habla por sí sola, sino porque hay un hombre que ha inmortalizado esa deriva desde dentro. “Me salió de manera natural retratarlos mostrar el otro lado de la banda”. Estas palabras son de Martin Page, un artista multidisciplinar y fotógrafo que ha acompañado a la banda de Tres Cantos durante la gira y que nos acerca a la cara oculta de uno de los grupos referentes de la música indie en nuestro país. De él, entre otras, son las fotografías de portada del disco ‘Un día en el Mundo’ y del concierto ‘15151’. Hace poco organizó una exposición fotográfica en Malasaña (Madrid). Y él sabe algunas cosas que no se ven de Vetusta Morla.

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¿Qué es ‘Tras la deriva’?

Tras la deriva es el resultado fotografico de estar de gira casi dos años con Vetusta Morla. Una gira más grande y compleja donde el grupo ha dado un paso de gigante.

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Al observar la muestra de tu exposición, vemos un predominio bastante fuerte del blanco y negro en tu fotografía. ¿Es por algún motivo especial?

El blanco y negro porque tiene el sabor clásico de la fotografía. Es atemporal, tiene fuerza.

¿De dónde surge ‘Tras la Deriva’? ¿Qué te llevo a inmortalizar durante dos años ‘La Deriva’ que ha llevado a Vetusta Morla a escenarios de diferentes países e incluso de diferentes continentes?

¡Ya me hubiera gustado irme con ellos a Sudamérica, pero solo he podido retratar la parte de la gira en España! En cuanto a los motivos que me han llevado a realizar esta muestra, es sencillo: Somos amigos desde hace muchos años, he estado con ellos en todas sus giras y me salió de manera natural retratarlos, mostrar ‘el otro lado de la banda’. Mi primera idea no era montar la exposición y ahora he terminado un libro que verá la luz proximamente.

¿Y cómo es ese ‘otro lado de la banda’?

Son unos tipos bastante normales. No son de los que llevan pintas fuera del escenario, ni tampoco de postureo mediático. Se concentran plenamente en la música y en como hacer las cosas lo mejor posible en distintas áreas para mantener ese nivel que les ha convertido en un referente nacional musical.

Pucho dijo en la SER, en el programa ‘La Ventana’, que no es muy de deportes. Los juegos olímpicos y poco más. Dentro del escenario, todos son uno, son Vetusta Morla, ¿Pero cómo son uno por uno?

Si me permites utilizar un símil futbolístico, te diría que Guille y Juanma serían los Iniesta y Xavi de Vetusta Morla. Son creadores de juego, tienen talento y elegancia. ‘El Indio’ sería algo así como Casillas, el encargado de controlar que no haya agujeros en el ritmo. Álvaro sería un mediocentro sólido manteniendo con eficacia y personalidad el colchón sonoro. Jorge sería como un lateral con recorrido, que aporta matices musicales y ritmo añadido. Y queda Pucho, que sería un jugador al estilo de cualquier delantero mítico: el que desequilibra, sobre el que están los ojos puestos todo el rato y que no defrauda nunca.

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¿Cómo son las horas previas al concierto?

Pues antes de los conciertos suele haber tranquilidad. Los chicos tienen una concentración casi ‘deportiva’ antes de salir al escenario. Son gente normal y en los camerinos no hay ninguno de los clichés básicos del Rock n Roll. Casi siempre hay muy buen ambiente, tienen mucho sentido del humor. Se puede decir que las bromas forman parte del mobiliario.

Supongo que la adrenalina de Vetusta Morla aparece antes de subir al escenario.

En las fotografías vemos corros, abrazos, gritos… El ritual habitual es hacer un círculo abrazados, decir unas palabras y pequeño salto grupal.

En tu trabajo, aparte del ‘otro lado’ de Vetusta Morla, también has conocido el otro lado de las giras. El que no se ve. Aparte de los conciertos, hay otra realidad detrás.

En una gira intervienen muchas personas, hay un equipo tecnico detrás que llega muchas horas antes de los conciertos y que se van los últimos. Aunque no lo parezca, también es su gira. Pero en realidad, montar una gira es una actividad bonita e ilusionante. Tiene bastante que ver con un circo itinerante, solo que sin animales (Risas).

¿Cuál es la peor parte?

No se si la peor, pero la parte más pesada con diferencia son los desplazamientos. Muchas horas de furgo, pero bueno, la carretera forma parte fundamental en la vida de un músico.

Volvemos a tu labor de fotógrafo. ¿Cómo se consigue retratar la sensación de que deja un concierto al finalizar un lleno como el del Palacio de los Deportes?

Como fotógrafo, tienes que estar siempre preparado y hacer todas las fotografias posibles desde distintos puntos de vista. La foto de portada del disco en la que sale todo el público, a la que supongo te refieres, en realidad la saqué sin mirar por el visor y salió muy bien. A veces tienes suerte y el universo te ayuda. Esa es la magia de la fotografía.

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