De una prisión de máxima seguridad de Malaui, a los Grammy
El álbum 'I Have No Everything Here', compuesto en 2013 por presos y presas de una cárcel de máxima seguirdad de Zomba (Malaui), es una de las sorpresas del año musical
Madrid
Hay un muro que limita su libertad, pero sus voces han logrado traspasar las fronteras de la prisión de Zomba (Malaui) y hasta las de su propio país, y han conquistado al jurado de los Premios Grammy.
A pesar de que una cárcel de máxima seguridad perdida en los confines del mundo no parece el lugar apropiado para convertirse en la cuna de uno de los premios más importantes de la industria musical, los más de 60 presos que han grabado el álbum I Have No Everything Here han logrado derribar todos los prejuicios al respecto.
Su primer disco, grabado de manera íntegra en el interior de los muros de la prisión, opta ahora a Mejor Disco de la Música del Mundo (Best World Music Album), lo que supone el primer reconocimiento en estos premios a los músicos del país. El próximo 15 de febrero se enfrentarán a la música veterana de otros artistas internacionales que llevan en la industria varias décadas.
Fue en 2013 cuando el productor musical Ian Brennan hizo las maletas y viajó junto a su mujer, la fotógrafa Marilena Delli, a la prisión de Zomba, con el objetivo de poner el foco en uno de los países más pobres del mundo. “No importa lo que digan los rankings, Malaui es una nación preciosa y las personas de allí son tan buenas como el resto”, comenta a Cadena SER el nominado al Grammy por Zomba Prison Project, el nombre que recibe el proyecto.
“¿Saben que su música ha recibido reconocimiento internacional?”, le pregunto por teléfono. “Ha sido difícil”, cuenta, “pero hemos podido contactar con un oficial y no se lo creían. Entienden el significado de la nominación, ahora la gente de todo el mundo les conoce”.
Desigualdades entre ambos sexos
Los 60 presos que quisieron participar de manera voluntaria no siguen un perfil determinado ni en cuanto a edad, sexo o infracciones. Sus delitos varían desde el asesinato al robo; desde la homosexualidad a la vinculación con la brujería. Algunos llevan toda la vida en la prisión y cumplen cadena perpetua; otras voces son más jóvenes. Pero en el álbum no se hace distinción alguna.
Esto no es así, sin embargo, en el día a día de la cárcel, donde sí que existen desigualdades entre ambos sexos. "Hay una diferencia abismal entre las mujeres y los hombres de la prisión", cuenta Brennan a Cadena SER. Los hombres ya tenían "un grupo bien organizado y eran muy exigentes. Lo organiza uno de los oficiales y les da algo que hacer”. Las mujeres, por el contrario, aparecieron el primer día sin instrumentos, "a excepción de unos tambores fabricados con cubos", e insistían en que ellas no escribían canciones.
Kill No More, uno de los 20 temas que completan el disco, está compuesto por una de esas reclusas que se negaban a plasmar en el papel sus sentimientos: "algunas mujeres terminaron acercándose con canciones increíblemente personales como esa". A pesar de las barreras iniciales, las presas se involucraron incluso más que sus compañeros: “Hay más canciones de mujeres que de hombres. Y, de hecho, uno de los líderes de la banda no está en el disco. Queríamos ser democráticos”.
Una vez allí, la cárcel les recibió en ruinas, pero sobre todo desbordada por las 2.000 personas que alberga, pese a que su capacidad se limita a 340. No es fácil adentrarse en una de las prisiones de máxima seguridad con la idea de grabar un disco. Su mujer y él fueron los primeros en traspasar los muros del centro penitenciario de Zomba, comenta el productor. Para ello fue necesario un intercambio de favores con el jefe de la prisión, quien finalmente accedió a la grabación del álbum y del minidocumental a cambio de unas charlas sobre prevención de la violencia a guardias y presos. “Fuimos unos privilegiados. Al final es el profesor quien más aprende”.
“Las mejores canciones llegaron de las fuentes más inesperadas”
Zomba Prison Project, el nombre que recibe el proyecto musical, fue un salto al vacío y un acto de confianza por parte del productor: “Mi mujer conoce mucho la cultura de Malaui, pero la idea surgió de la fé, cuando creímos que ahí había música”. Y la había. Las dos semanas que estuvieron en la prisión dieron lugar a más de 6 horas de grabación. “Decidimos seleccionar sólo 20. Las mejores canciones llegaron de las fuentes más inesperadas”, añade Brennan.
Todos los presos comparten la pasión por el canto y entienden la música como el motor que les impulsa a vencer el cautiverio. Ya lo decía Tolstoi: “la música es la taquigrafía de la emoción”, y este grupo de 60 presos canta desde el corazón y experiencia propia, canta para sanar.
Algunos buscan el perdón en letras como Forgiveness, otros reflejan en Prison of Sinners (Prisión de pecadores) cómo es la vida en la cárcel, o en I See The Whole World Dying of AIDS (Veo cómo el mundo entero muere de Sida) la trágica masacre del VIH. De todas ellas, Brennan escoge una y desafía a los demás nominados a encontrar una canción “más bella” que Please Don’t Kill My Child (Por favor, no maten a mi hijo).
En la historia de los Grammy, la mayoría de los países de África no han estado representados en los premios. Sólo cerca del 12% han logrado alguna nominación. Para el productor, el reconocimiento de Prison Zomba Project es sólo el inicio de una nueva era musical para el continente. Y espera que sus canciones se escuchen dentro de unos años por su música y lo que significan, y “no sólo por la historia que albergan en su interior”.
- el canto de otros presos