La historia de un refugiado en Getafe

Osama Abdul nos ha abierto las puertas de su casa. Un piso de alquiler en el centro de Getafe, amueblado como cientos de pisos de alquiler de este país. Sólo los escudos del Getafe y del real Madrid, y alguna fotografía familiar, dan un toque personal a la decoración. Ésta es, y se nota, la vivienda de alguien que ha tenido que empezar de cero dejando atrás casa, familia, amigos, recuerdos...

La imagen de este hombre de 52 años apareció en las televisiones de todo el mundo hace tan sólo unos meses. Es ese refugiado al que una periodista húngara puso la zancadilla cuando llevaba a su hijo en brazos. Esa patada le hizo salir del anonimato y de alguna forma cambió su destino.

La historia de Osama es una más de las que nos podrían contar los cientos de miles de sirios que han abandonado su país. Un día de madrugada, él, su mujer y sus cuatro hijos salieron de su casa para no volver. Querían dejar atrás la guerra, el miedo, los bombardeos…

Ese viaje, les llevó hasta Turquía, donde vivieron en condiciones precarias durante dos años. No había, nos cuenta Osama, posibilidad de futuro en ese país por lo que decidimos intentar llegar a Europa. Esa decisión separó a la familia. La madre y dos de los hijos se quedaron en Turquía a la espera de que los que iban por delante les llamaran.

Osama nos sigue contando ese viaje que ha durado más de dos años. Llegamos a Grecia por mar, en un bote de plástico, seguimos caminando hasta Macedonia, en tren hasta Serbia y luego hasta Hungría.

Y en Hungría es donde vivió ese episodio humillante de ser pateado por una periodista. Unas imágenes que dieron la vuelta al mundo y que vio en el salón de su casa de Getafe Miguel Ángel Galán. Las vio y las olvidó hasta que leyó en las redes sociales que Osama había sido entrenador de futbol en un equipo de la primera división en Siria. Ese dato fue definitivo, Galán sintió que eso ya le tocaba más de cerca, él es el director de CENAFE, el Centro nacional de Entrenadores. Galán se puso en marcha. No tenía muchas esperanzas de localizarlo, nos dice, creía que iba a ser casi imposible. No fue así. Osama estaba en Múnich con dos de sus hijos y hasta ahí se fue Miguel Ángel y con ayuda de la administración consiguió en un tiempo récord los papeles para que pudieran venir a España.

Tres meses después, Osama vive en Getafe, tiene trabajo, cobra 1.200 euros al mes y sus dos hijos están escolarizados. Una situación excepcional, un caso único entre los cientos de miles de sirios que se han visto obligados a abandonar su país por la guerra. Sólo hay una cosa que impide que Osama y sus dos hijos se sientan en casa y es la ausencia de la mitad de la familia. La mujer y los otros dos hijos siguen en Turquía atrapados, nos cuenta, por los trámites burocráticos.