“¡Terremoto, terremoto!”
Cómo se ha vivido el terremoto en Melilla, en el relato de Toñy Ramos
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Melilla
Un ronquido suena en plena madrugada. Entre sueños te preguntas qué es eso. Pero no te ha dado tiempo a abrir los párpados cuando, en milésimas de segundo, comienzas a oír ladridos de perros por todos sitios y ¡la cama! Te agarras a ella, estrujas las sábanas contra el colchón, porque el cuerpo da saltos hacia arriba, y se deja caer nuevamente sobre el colchón, mientras la cama se zarandea de un lado para otro.
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Gritas “¡terremoto, terremoto!” pero estás tan paralizada que no puedes salir de la cama aunque mires hacia arriba y veas cómo la lámpara revolotea a punto de caerse. Clin, clan, proff… vas oyendo desde todas las habitaciones de la casa. Se están cayendo los cuadros y adornos de las estanterías la cama sigue zarandeándose, y la lámpara, y los perros ladrando… y sólo piensas “¡que pare, que pare!” Cuando ha pasado ese casi medio minuto intenso, sabes lo que es el valor de 25 segundos, que es lo que ha durado el seísmo.
Sales a la calle, y ves al resto de los vecinos gritando “¡terremoto, terremoto!”, también asustados. Es la misma secuencia que ha vivido prácticamente toda la población de Melilla a las 5:20 de la madrugada. La misma gente que en pijama se encontraba en las aceras dos horas más tarde por miedo a volver al interior de sus casas. Sentirse con el resto de ciudadanos, con los vecinos, con los amigos, aunque sea con el pijama, aún de noche, es sentirse más protegido que en sus casas.
Desde el momento del seísmo, se cortaron las comunicaciones telefónicas, se cortó el suministro eléctrico en toda la ciudad. Y algunas zonas se quedaron hasta sin agua en esas cisternas de los baños que muchos tuvieron que usar al instante.
Las autoridades de la ciudad como el delegado del Gobierno y presidente se han reunido en el centro de emergencias situado en el acuartelamiento de bomberos. Allí, con los responsables de policía local, protección civil y bomberos han coordinado el dispositivo para revisar edificios e instalaciones.
Se han suspendido las clases hasta que no se inspeccionen todos los colegios para detectar algún derrumbamiento. Por ahora, sólo se ha desalojado un edificio, el llamado Estrella Polar, por presentar una grieta profunda en su fachada.
Al abrir sus puertas los supermercados se han encontrado con estanterías caídas y con los alimentos esparcidos por el suelo. "Hay pasillos con todas las botellas rotas -nos comenta un encargado de un supermercado- los botes, y los paquetes de harina y azúcar también están rebozados por el suelo”.
A primera hora se ha pedido a la población que no use el vehículo para no crear atascos en las calles e impedir el paso a coches policiales.
Las réplicas se han sucedido durante las siguientes horas, una de ellas sobre las siete, de bastante intensidad, lo que ha provocado más de 200 llamadas en el 112 de la sala de emergencias.
Abrir las persianas de una librería es ver todos los libros en el suelo y los destrozos en la tienda de artículos de decoración. Pero eso queda en un segundo plano, porque conforme van llegando los empleados, lo primero es contar cómo y dónde lo han sentido.
Ángela ha hecho muchos cursos de simulacros pero asegura que “nada tiene que ver con la realidad”: “En los cursos no piensas dónde están mis hijos. Y yo estaba de guardia en la sala de emergencias", comenta. La realidad te supera, por muchos cursos que hayas hecho.
La mañana se va abriendo y se va abriendo paso la normalidad.