Una cubierta para sellar Chernóbil
Obreros e ingenieros se afanan en la construcción de un hangar metálico de proporciones gigantescas para sellar herméticamente el fatídico reactor número cuatro
Chernóbil
Junto a la central de Chernóbil, obreros e ingenieros se afanan en la construcción de un hangar metálico de proporciones gigantescas. Su objetivo es sellar herméticamente el fatídico reactor número cuatro que provocó, hace treinta años, uno de los peores accidentes nucleares de la historia. Saben que el sarcófago protector construido a toda prisa tras el accidente está cada vez más deteriorado.
Aquí, las medidas de seguridad son extremas. Con el dosímetro pegado al cuerpo, el ingeniero británico David Driscoll explica por qué aceptó trabajar aquí. "Tuve mis dudas cuando me ofrecieron el puesto. Pero tras realizar algunos estudios sobre la radioactividad, decidí que el desafío era demasiado importante como para dejarlo pasar y acepté el reto", explica.
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Nunca antes se había construido una estructura móvil de estas dimensiones: con sus más de cien metros de altura podría albergar en su interior la catedral de Notre Dame de París. Y precisamente la complejidad del proyecto ha provocado numerosos retrasos. "Al empezar, sabíamos lo que teníamos que construir, pero nunca imaginamos las dificultades que encontraríamos ", explica Nicolás Caille, director del proyecto.
En noviembre, se afrontará una de las fases cruciales de la obra: desplazar el gran hangar sobre unos railes hasta situarlo sobre el viejo reactor. "Es la mayor estructura del mundo jamás desplazada. Son 35.000 toneladas, cinco veces la torre Eiffel. Eso es lo que vamos a arrastrar a lo largo de trescientos metros", añade el ingeniero Caille.
Más de 2.000 personas de 24 nacionalidades trabajan en un proyecto cuyo coste se eleva ya a 2.200 millones de dólares. Se calcula que las obras finalizaran a finales de 2017. Y entonces empezará un nuevo desafío técnico: desmantelar la vieja central y poner a buen recaudo todo el material radioactivo que hay en su interior. Se calcula que todavía contiene 200 toneladas de combustible que podrían liberarse a la atmósfera en caso de derrumbe.