El Supremo recuerda la extrema importancia del testimonio de menores agredidos sexualmente

Madrid

El Tribunal Supremo, en un fallo del que ha sido ponente el magistrado Cándido Conde-Pumpido, recuerda que todas las investigaciones que la ciencia criminológica ha practicado sobre este tipo de delitos y sobre sus víctimas han demostrado la importancia del testimonio de menor como prueba de cargo.

Al mismo tiempo han desvelado la necesidad de imprimir el máximo rigor a la hora de valorar esta prueba. Pero hay además dos consideraciones penales.

La primera es el bajo número de falsos testimonios, y la segunda es que se constata como muy elevada la proporción de casos de abuso sexual sobre menores que no presentaron ninguna alteración en el examen físico.

Esta imposibilidad de obtener datos médico-forenses puede obedecer a varias razones. En primer lugar, puede tratarse de una modalidad de abuso que no ocasione trauma, como caricias, roces en zonas erógenas o requerimientos de masturbación sobre el abusador, por ejemplo, que no dejan huella física.

En segundo lugar, aun cuando se produzcan lesiones genitales o anales, el retraso con el que normalmente se realizan las denuncias, un retraso que puede ser de muchos años, provoca que esas lesiones hayan desaparecido completamente.

En todo caso, dice el Supremo, la frecuente ausencia de lesiones físicas, unidas al secreto que suele revestir esta clase de conductas, obliga a recurrir como prueba de cargo habitual a la declaración de la víctima. La constatación de que existen supuestos de relatos falsos, aun cuando sean minoritarios, exige que esta prueba se valore en función de una serie de parámetros que, conforme a reglas de experiencia, permiten constatar racionalmente la veracidad del testimonio.