La nación de nunca acabar
El acuerdo entre PNV y PSE revive el debate sobre el concepto 'nación', un clásico constante en los últimos 40 años
Madrid
El debate sobre la nación comenzó a discutirse ya con la Constitución, en 1978, cuando Manuel Fraga hablaba de la "sagrada unidad" y el ponente del PSOE, Gregorio Peces Barba prefería afirmar que España es "una nación de naciones".
Ahora Euskadi; antes, cataluña... la nación de nunca acabar
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Los constituyentes prefirieron poner una palabra difusa, nacionalidad, para que los partidos nacionalistas encajaran. Xabier Arzalluz ya dijo en el Congreso en pleno debate constitucional que los nacionalistas no buscaban en esas "nacionalidades" un "trampolín para la secesión"; Jordi Pujol tamién se mostraba cómodo con la definición.
Pero el debate identitario apareció bastantes años después, en 2005, con el plan Ibarretxe, cuando el entonces lehendakari llegó al Congreso "para defender el derecho del pueblo vasco a decidir su futuro". El Congreso rechazó el texto que proponía la libre asociación de Euskadi con España.
Para entonces, en Cataluña ya se estaba negociando el Estatut. La idea de Pasqual Maragall era que el Estatut definiera a Cataluña como nación. El debate, monótono, se centró en qué era Cataluña y qué era España... y mientras, y en secreto, en la Moncloa, el presidente Rodríguez Zapatero y Artur Mas negociaron el Estatut de Cataluña a espaldas de Maragall: hablará de nación pero no en sus artículos, si no en el preámbulo, con lo que no tenía efectos jurídicos. El Tribunal Constitucional lo aprobó precisamente por no tener efectos jurídicos aunque, por si acaso, el tribunal añadió una frase: "La Constitución no reconoce otra nación que la española".
Sin embargo, aquella sentencia no cerró el debate político y seguimos hablando de cómo llamamos a lo que somos.