Ultraliberales, xenófobos y partidarios de las torturas, en el Gobierno de Trump
El exmilitar James Mattis, alias ‘Perro Loco’, ha sido propuesto nuevo secretario de Defensa por el magnate
Su reparto de cargos, representa el conservadurismo con el que el presidente electo quiere organizar la acción de Gobierno
Madrid
Apenas una semana después de ser elegido presidente de los Estados Unidos —aunque sin obterner la mayoría de los votos—, Donald Trump comenzó a asignar los cargos más importantes de la Administración del país. Con los primeros nombramientos, el magnate marcó las directrices que seguirá desde la Casa Blanca , dejando clara su voluntad rupturista con la Administración Obama y haciéndose fuerte ante los sectores de su partido que piensan que no está capacitado para la presidencia.
Entre las figuras —incluido Trump— que ocuparán los puestos más relevantes de la política estadounidense, destacan los que han manifestado públicamente su antisemitismo, racismo, xenofobia o aprobación ante métodos de tortura.
'Perro Loco', responsable de Defensa
La última propuesta es la de James Mattis, un general retirado del Ejército conocido como "Perro Loco", que de confirmarse, liderará la secretaría de Defensa y la jefatura del Pentágono.
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Mattis, de 66 años, se retiró del Cuerpo de Marines hace cuatro y en su currículum figuran la participación en las invasiones de Afganistán en 2001 e Irak en 2003 o haber sido el responsable del Mando Central, que coordinó las operaciones del Ejército de EEUU en Oriente Medio, el Norte de África y Asia Central.
Con la política exterior de Obama en estas zonas —sobre todo Oriente Medio—, Mattis se ha mostrado especialmente crítico. El nuevo secretario tendrá que gestionar asuntos como el conflicto en Siria, las tensiones con Irán, o la lucha contra Dáesh en Irak.
Los 'Tres Halcones': xenofobia y torturas
A través de la designación de secretarios —similares a los ministros en España—, Trump pretende articular una vía política muy conservadora. Los primeros nombres revelados atendieron a los encargados de Transporte, Salud y Comercio. Estas figuras están llamadas a acabar con el Obamacare —aunque en una entrevista posterior, Trump aseguró que mantendrá puntos clave de esta medida—, o desmantelar los acuerdos de libre comercio —principalmente con México y Canadá—.
Después llegaron los "Tres Halcones". El empresario puso al frente de la CIA, Justicia y Seguridad Nacional a tres republicanos de la facción más conservadora del partido.
Durante su etapa como senador, Jeff Sessions —próximo Fiscal General— alimentó su fama de intolerante con la inmigración. A finales de los 80, el Senado —con mayoría republicana— le impidió ser juez federal. Este año durante la campaña de Trump, Sessions resultó uno de los principales defensores de prohibir la entrada de musulmanes en Estados Unidos.
Se pretende que Michael Flynn sea el asesor principal de Seguridad Nacional (secretario de Justicia) y si acepta, se convertirá en una de las personas más poderosas del Gobierno. Flynn asegura que "el temor a los musulmanes es racional" y en una ocasión comparó el Islam con un "cáncer maligno". Además, no tiene remilgos en defender las torturas infligidas a detenidos.
En esa misma línea islamófoba y de odio hacia todo lo musulmán se encuentra también el congresista por Kansas Mike Pompeo, a quien Trump ha propuesto al frente de Inteligencia. Para Pompeo, todos los líderes religiosos musulmanes de Estados unidos son "cómplices potenciales" de los ataques terroristas en occidente.
La intolerancia empieza por Trump
La actitud intolerante del presidente electo no es desconocida. Durante la campaña para liderar el Partido Republicano y después en la presidencial, Trump exhibió con sus insultos y comentarios que es antisemita, racista, machista y se sitúa en contra de la igualdad de oportunidades.
Su promesa de construir un muro en la frontera con México para evitar la inmigración ilegal, derogar al menos parte de la reforma sanitaria de Obama, las conversaciones publicadas en las que degrada a las mujeres, o el tweet en el que relaciona entre sí a Hillary Clinton, los judíos y la corrupción —después cambió la estrella de seis puntas por un círculo—, riman con el ideario de su equipo de Gobierno.