Contraprogramar

Madrid

Puede que fuera porque le había salido bien otras veces. Si lo piensan, Pablo Iglesias ya tenía experiencia contraprogramando. Llegó a ofrecerse como vicepresidente del Gobierno y le habló a Pedro Sánchez de la sonrisa del destino mientras Sánchez estaba reunido aún con el rey. En la tele saben que si contraprogramas bien arruinas lo que eche el canal de la competencia, así que a Iglesias le pareció un buen plan. De aquella decisión hace ya dos meses, que son toda una eternidad. "Sería bueno que los españoles pudieran comparar los dos proyectos de las fuerzas que son antagónicas", justificó Iglesias el 5 de diciembre.

Hace dos meses, Iglesias intuía que el PP podría enredarse en una batalla sobre Cospedal y en un congreso cerrado. Quizá subestimó a Rajoy, al que los problemas se le arreglan solos. Han cabido tantas cosas en dos meses que Rajoy llegó a decir que el tiempo es oro. Rajoy, cuya principal estrategia es esperar, resolvió rápido cualquier atisbo de conflicto interno en el Congreso de los Diputados, a la vista de todos, despachando primero con Cospedal y luego con Maíllo, mientras Iglesias y Errejon dejaban claro en sus mismos escaños que el acuerdo era imposible. "No somos holandeses, somos españoles", dijo el secretario general para explicar la discusión en el hemiciclo con su número dos.

Hace dos meses preguntabas en Podemos y te decían que habría acuerdo. Luego pasaron a decirte que si no había acuerdo no habría ruptura. Hoy pocos se atreven a decirte algo. Han cabido tantas cosas en dos meses que Iglesias y Errejón se han dicho más de lo que oyeron en aquellos partidos a los que criticaron tanto e Iglesias llegó a responder en una entrevista que no hablaría de lo emocional. Porque la ruptura es política, pero es también personal. Y esa mezcla lo mismo puede romper una relación que un partido político.

Hay que saber contraprogramar, porque quizá te pones a estrenar una buena serie y los de la competencia te ponen fútbol, que siempre es un éxito. Rajoy sabe de fútbol. Es arriesgado pensar a largo plazo en política y dos meses es como pensar a varias generaciones vista. Que ya dijo Carolina Bescansa -quién hubiera pensado en su dimisión- que los años en política son años de perro y uno cuenta como si fueran siete.