Cuatro décadas entre dos reyes
Casi 40 años han transcurrido entre la apertura de la primera legislatura democrática (15 de junio de 1977) y la última (17 de noviembre de 2016). Cuatro décadas en la que dos reyes han vivido momentos distintos con problemas comunes. Los dos afrontaban una crisis económica y una etapa compleja. Uno sufrió el lastre de la dictadura y otro, el fin del bipartidismo y la falta de entendimiento político que obligó a convocar unas elecciones anticipadas. Uno tenía que desprenderse de Franco. El otro tenía que incluir en sus gestiones para forzar consensos a nuevos partidos.
Madrid
Los dos Jefes de Estado invocaron la solemnidad del acto en su primera frase de la apertura de las Cortes. Pero en la primera legislatura, el rey Juan Carlos apeló a la "histórica sesión" que estaba a punto de comenzar. El adjetivo no era exagerado. Era la primera vez que el rey se dirigía a políticos que recibieron el mandato de las urnas. Era la primera vez que hablaba en el Congreso ante representantes de todos los partidos elegidos democráticamente después de 40 años de dictadura. Y en estas circunstancias no debía haber referencias al dictador.
Ese día se inauguraba una nueva etapa en la que no se podía ni debía nombrar a Franco. Pero allí estaba el rey porque lo había designado el dictador. Casi dos años antes, Juan Carlos I solventó el apuro con el agradecimiento en su discurso de proclamación, pronunciado sólo dos días después de la muerte del dictador, el 22 de noviembre de 1975. El joven Jefe de Estado se refirió a Franco en estos términos: "Una figura excepcional que entra en la Historia. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado". Y dicho esto zanjó deudas con el pasado porque nunca más volvió a salir a relucir ni el nombre ni la figura de Franco. Se había pasado página.
"La democracia ha comenzado"
Fue una de las frases del discurso del rey al inaugurar la primera legislatura de las Cortes de la monarquía. "La democracia ha comenzado. Ello es innegable. Pero saben perfectamente que falta mucho por hacer, aunque se hayan conseguido en corto plazo metas que muchos se resistían a imaginar". El rey se refirió en varias ocasiones a las distintas ideologías que allí se encontraban. "Son distintas formas de ver la paz. Entre todos hemos conseguido que haya un lugar para cada opción política en estas Cortes". Libertad y democracia fueron las palabras más destacadas de un mensaje en el que llamó a la concordia, apeló a la ilusión e invocó a Dios para que le ayudara a cumplir con su deber. Al terminar sus palabras, todos los diputados y senadores se pusieron en pie para ovacionar a un joven rey visiblemente emocionado que había acudido a la sesión acompañado de la reina Sofía. Los aplausos llegaban desde todos los escaños, incluso de políticos que tan poco tenían que ver con la monarquía. Aplaudieron al rey desde Rafael Alberti, a la Pasionaria, pasando por el líder de los comunistas, Santiago Carrillo. Había comenzado una nueva etapa de la historia de España. "Una España que queremos armónica en lo político, justa en lo social, dinámica en lo cultural y progresiva en todos los aspectos, basada en la concordia y con capacidad del protagonismo en el mundo", concluyó el rey en su primer mensaje ante los políticos elegidos por el pueblo.
Y pasaron 40 años
Y llegó un nuevo rey, Felipe VI. El momento político no tenía la dificultad que tuvo su padre, pero si fue complejo por razones distintas. Venía de una legislatura fallida que nunca llegó a inaugurar, pese a que en el intento hubo tantas rondas de conversaciones para buscar candidato a presidente como tuvo su padre en toda su historia.
Tras la convocatoria de nuevas elecciones, Mariano Rajoy logró la investidura con la abstención de la mayoría de diputados socialistas. El Rey abrió la nueva legislatura el 17 de noviembre de 2016. Vestido de civil llego acompañado de la reina Letizia y de sus dos hijas. Su padre el rey emérito no estuvo presente para evitar hacerle sombra y para no quitarle protagonismo. Era su día y comenzó su discurso con tres compromisos: con los ciudadanos, con la democracia y los valores de libertad, y con España, " de cuya unidad y fortaleza son un símbolo las Cortes Generales". Recalcó que su función era constitucional y neutral y tuvo palabras de homenaje para "quienes hicieron un esfuerzo de reconciliación durante la transición para lograr la estabilidad y el establecimiento de la democracia". Su época venía marcada por un gran problema, la corrupción a la que se refirió abiertamente y sin tapujos. Y probablemente fue uno de los momentos más destacados del discurso cuando dijo: "La corrupción que ha indignado a la opinión pública tiene que llegar a ser un triste recuerdo de una lacra que hemos de vencer y superar". Un asunto que también ha desgastado a la corona por la implicación de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarín en el caso Nóos, que cuando se abrió la XII legislatura estaba juzgado y pendiente de una sentencia que, al final, fue condenatoria.
Dos escenarios distintos
No sólo había cambiado el momento político en el fondo. También en las formas. En la última legislatura, el rey Felipe llegó vestido de civil acompañado de su familia con la reina Letizia, la Princesa Leonor, y la infanta Sofía. En la primera, el rey Juan Carlos llegó vestido con uniforme de gala azul marino, y sólo acompañado en la tribuna de honor por la reina Sofía. (Fue en la inauguración de la primera legislatura tras la aprobación de la Constitución cuando sí acudió el entonces príncipe Felipe con 11 años, acompañando a los reyes en la tribuna presidencial). En la legislatura constituyente el rey Juan Carlos invocó a Dios y recibió aplausos de casi todos los presentes, hasta de aquellos contrarios a la monarquía. En la legislatura presente no hubo ni una referencia religiosa y los representantes de Podemos se negaron a aplaudir al rey. Un senador de IU desplegó desde su escaño una bandera republicana donde se podía leer la reivindicación "III República", y otro exhibió una camiseta negra con el lema "Yo no voté a ningún rey". Como signo de los nuevos tiempos, el rey Felipe terminó su discurso dando las gracias en las cuatro lenguas cooficiales.