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Derecho intimidad

Grabar a las mujeres por debajo de la falda, una práctica impune en varios países

La inglesa Gina Martin ha iniciado una campaña para convertir esta práctica, conocida como 'upskirting', en un delito sexual después de que su caso fuera cerrado por la policía británica

Fotografiar a las mujeres por debajo de la falda no se considera un delito en algunos países. / Pixabay

Fotografiar a las mujeres por debajo de la falda no se considera un delito en algunos países.

Madrid

Gina Martin estaba en un festival de música, esperando para ver tocar a una de sus bandas favoritas, cuando un hombre le hizo una foto por debajo de la falda. Ella al principio no se dio cuenta, tenía la mirada fija en el escenario, pero las risas del hombre que tenía al lado -el que le había sacado la foto- y su amigo le llamaron la atención. Desvió la mirada un momento y se fijó en que estaban mirando la pantalla de un móvil. Allí se proyectaba la imagen de la entrepierna de una mujer y una delgada línea de su ropa interior. Era ella.

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Esta práctica, por la que se toman fotos íntimas de las mujeres sin su consentimiento, ha sido nombrada popularmente en el mundo anglosajón como upskirting. Pero no ha sido hasta hace un mes cuando este tipo de acoso ha pasado a formar parte del debate público. Fue precisamente Gina Martin quien puso esta práctica sobre aviso después de que cerraran su caso. El motivo: la fotografía que le sacaron sin su consentimiento no fue considerada explícita.

"Lo triste es que la imagen no había sido considerada ‘gráfica’ porque tenía ropa interior sobre mi zona íntima. Si no hubiera llevado nada, tal vez la policía hubiera tenido que actuar de una manera diferente", explica esta joven inglesa en un artículo publicado en BBC. Los agentes ya advirtieron a la joven sobre la posibilidad de que se cerrara el caso el mismo día que denunció lo ocurrido. Unas horas después de que le tomaran la foto.

Cuando vio reflejada su pierna en la pantalla, agarró el teléfono y empezó a gritar que le habían hecho "una foto por debajo de la falda". Después echó a correr hasta que se encontró con un grupo de agentes de seguridad del festival, que contactaron con la policía. Pero tras interrogarles por separado y hacer borrar la foto al acosador, los agentes explicaron a Martin que lo más seguro era que el caso no siguiera adelante.

"Muestra más de lo que quisieras mostrar, pero no es gráfica. Así que no es mucho lo que podemos hacer, porque no puedes ver algo que consideremos malo o perjudicial. Voy a ser honesto: tal vez no te llamemos para seguir adelante con el caso", cuenta Martin que le dijo el agente. Cinco días después recibió una llamada de la policía informándole del cierre del proceso.

Reabrir el caso

Pocos días después, Martin publicó un mensaje en Facebook contando lo que había ocurrido. Junto al texto publicó una foto que se había sacado en el festival para identificar a los acosadores, que aparecían de casualidad en un segundo plano de la imagen. El post se hizo viral y Martin comenzó a recibir mensajes de otras mujeres contando las mismas experiencias.

Pero también recibió misivas de otras personas que le decían que se pusiera faldas más largas, que no llamara la atención y dejara de mentir, que había sido su culpa que le hubieran tomado la foto, cuenta. Fue entonces cuando decidió abrir una petición online para que el caso se reabriera.

La campaña, que consiguió recoger más de 63.000 firmas, surtió efecto y el proceso fue abierto nuevamente por las autoridades. Aunque la historia no ha terminado con final feliz. Hace una semana, Martin comunicaba a sus seguidores la decisión de la policía de no emprender más acciones en relación con su caso de acoso.

"Realizar fotografías por debajo de la falda no es considerado un delito sexual en Inglaterra y Gales. Las leyes contra el voyerismo solo protegen a las víctimas si están en un espacio privado, como un probador o una casa. Yo estaba en un festival, en un espacio público", afirma Martin. "Tenemos que cambiar las cosas y estoy luchando para que esta práctica sea considerada un delito sexual. Escocia lo hizo. Nosotros también podemos", añade.

Emma Watson, la actriz protagonista de películas como ‘Harry Potter’ o la versión en carne y hueso de ‘La Bella y la Bestia’, también fue víctima de este tipo concreto de acoso cuando cumplió los 18 años. La artista estaba saliendo de su fiesta de cumpleaños cuando los fotógrafos se tumbaron en el suelo para tomar imágenes suyas por debajo de la falda. Las fotos fueron publicadas en la prensa amarilla al día siguiente. "Si se hubiesen publicado 24 horas antes hubiesen sido ilegales, pero al haber cumplido los 18 años no lo eran", contó la actriz en una entrevista junto a su compañero de profesión Forest Whitaker.

En Georgia, Estados Unidos, un tribunal dictaminó que un hombre no había incumplido la ley por grabar a una mujer por debajo de la falda, un hecho que él mismo reconoció. El tribunal dictaminó que el acusado no violaba las leyes de privacidad de la región al haberse tomado las imágenes en una tienda abierta al público.

"Los diputados de otros estados han creado leyes para prohibir el voyerismo tras advertir que estas actitudes no estaban penalizadas en las leyes existentes", explicó una de las juezas del caso acerca del vacío legal existente en Georgia sobre este tipo de acoso.

Sí es delito en España

Unos cientos de kilómetros marcan la diferencia entre lo que podría ser o no un delito. Si Gina Martin hubiera sufrido esta agresión en nuestro país, hubiera encontrado reparación por parte de la justicia. En España, grabar a mujeres de cualquier forma y sin su consentimiento constituye un delito de abuso sexual.

Así lo explica en declaraciones a Cadena SER Erika Torregrossa, profesora en la Universidad de Barcelona y secretaria general del Colegio de Abogados Penal Internacional, quien señala que en muchas ocasiones el destino de estas imágenes es internet. "Las cuelgan con ánimo de lucro en páginas de contenido sexual", afirma la letrada.

Son varios los casos sobre este tipo de acoso específico que han sido puestos en conocimiento de las autoridades judiciales. En 2014, en Covelo, un municipio de Pontevedra, un hombre fue detenido por grabar a las mujeres por debajo de la falda cuando caminaban por la calle. Para hacerlo sin ser descubierto, escondía el teléfono en un bolso que acercaba disimuladamente a las víctimas.

El hombre fue imputado por un delito contra la intimidad de las personas, aunque el juez determinó que se trataba de una falta y no un delito, al no verse dañada la imagen de las mujeres por no poder vérseles la cara.

Más recientemente, la Audiencia Provincial de Toledo ha condenado a un año y medio de prisión a un trabajador del Tribunal Económico-Administrativo de la ciudad por grabar a sus compañeras de trabajo cuando iban al baño.

Las playas también se convierten en verano en un espacio para los mirones. No es difícil encontrar imágenes de mujeres haciendo topless en la red, en webs pornográficas que cobran por el visionado de estas fotografías tomadas sin su consentimiento. Aunque el caso que más portadas ha ocupado en estos meses ha sido el de las socorristas de Gijón, que también se convirtieron en víctimas de los objetivos de estos acosadores.

Su caso generó una gran polémica, pues tras difundirse en Twitter imágenes de las trabajadoras en bañador, la jefatura de Salvamento marítimo de Gijón recomendó a las socorristas que usaran el pantalón del uniforme para protegerse de los comentarios machistas.

 
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